viernes, 4 de noviembre de 2011

LO QUE TENÍA QUE HABERTE CONTADO ESE DÍA Y AHORA ESTÁ FUERA DE LUGAR, PERO QUIERO QUE LO SEPAS. NECESITO DECÍRTELO Y ASÍ PODRÁS ENTENDER

Zaragoza, 19 de agosto de 2011
… Respecto a eso que dijiste ayer de “Como… sin serlo” o lo de que te sentías (aquí iría la maldita palabra), quiero que sepas que nunca ha habido nada más alejado de mis intenciones, ni de mi forma de ser y pensar. Si en algún momento te he hecho sentir así es que yo no he aprendido nada en todos los años vividos y no sabes cuánto lo lamento.
… No sé si recordarás la conversación que tuvimos el día de Reyes. Yo te pregunté si había alguna posibilidad de que cambiaras de opinión respecto a mí. Contestaste que no, que me querías pero que no estabas enamorada de mí. Te dije que si estabas segura, que una vez que te sacara, -me señalé la cabeza y nos descojonamos- no volverías a entrar, pero que, por si acaso, yo no andaría muy lejos por si eso sucedía. Y ya estabas empezando a salir porque yo bien sabía que entre nosotros no iba a haber nada más de lo que había, -aunque uno, cuando se ha querido como yo lo he hecho, siempre deja algo dentro por si, al fin, se produjera el milagro que un día esperó que tuviera lugar, (ya sabes, “Seguiré esperándote. Imaginando cómo sería…” y termine “Si no es ahora será dentro de unos años. Mientras tanto…”). Bien, pues estabas casi fuera cuando entre finales de abril y principios de mayo, al despedirnos, te dije “Sé que nunca he estado en tu mapa pero no pierdo la esperanza de estarlo un día”, y tú, antes de entrar al taxi, gritaste “No la pierdas nunca”. ¿Ves?, de ti también me había empezado a despedir. Pero esa frase… Esa frase me hizo volver a pensarte…
… En cuanto a lo de los regalos… Qué decir. Creo que alguna vez te lo comenté. Prefiero regalar a que me regalen. Y sí suelo regalar a las personas que son especiales para mí. No sé, es como si quisiera cubrir alguna de mis carencias: mi frialdad en el trato; mi dureza, a veces; el parecer un témpano de hielo sin poder demostrar mis emociones… Hay una cosa que no sabes y en la que estamos muy pocos en el secreto. No quiero que esto sea una especie de justificación ni de hacer que pienses que soy un tío cojonudo. No. Soy tan mezquino como los demás. Soy un hombre, eso no lo debemos olvidar. Bueno, pues allá va. Hace ocho años, cuando murió P., las niñas tenían que volver con su madre. No sé si alguna vez te he dicho cómo es la madre de las niñas, pero sin hacer demasiados esfuerzos podrías imaginártelo. Bien, pues a los pocos días de enterrarlo, T., J., y yo nos reunimos para ver cómo íbamos a “controlar” el estado de las niñas. Decidimos que nos las llevaríamos de paseo todas las semanas y cubriríamos sus necesidades básicas (ropa, comida, educación…). Esa época en la que iba tan a menudo a Madrid, iba a verlas. Ahora lo sigo haciendo, más espaciadamente, pero sigo viéndolas. Por cierto, las niñas tienen 22 años que cumplió Tania en junio y 19 que va a cumplir Lidia en diciembre, el día 11. Me jode recordar la fecha exacta de su cumpleaños y no la de Tania. Y lo sé porque ella era la niña de mis ojos cuando era pequeña. Decía que quería ser mayor para casarse conmigo. Son tan lindas. Si las conocieras… Tania, si todo sigue como hasta ahora, acabará el año que viene la carrera. Empresariales. Lidia empieza Derecho. Son nuestras universitarias. Son nuestras niñas. Y estamos orgullosos de ellas. No quiero que pienses que te cuento esto para que veas lo maravilloso que soy, lo buena persona. No. Es para explicarte que hacer un regalo no es algo extraordinario sino lo normal. No busco que me correspondan. Es más, me molestaría que alguien creyera sentirse obligado a devolverme el regalo. Cuando regalo algo no busco nada, no lo hago esperando algo. No hay segundas intenciones. Regalo y punto.
… Ojalá se te dé todo como deseas. Sabes que lo peor que te deseo a ti es lo mejor que quiero para mí. Yo seguiré por aquí por si algún día necesitas hablar o lo que sea y te acuerdas de mí. Porque siempre he estado, estoy y estaré. Para lo bueno. Para lo malo. Para todo.
… Aunque sigas pensando que no soy objetivo, te repito lo que te he dicho varias veces. Aunque yo no hubiera sentido nada por ti, siempre hubiera pensado que, si como mujer eres un diez, como persona eres, al menos, un veinte (no me gusta exagerar). Contigo me siento a gusto, puedo hablar de cualquier cosa sin cohibirme, puedo mirarte a los ojos… No sé si me explico bien.
… Estaré una temporada, diez o doce años calculo, sin verte, hasta dejar de estar en constante alerta, y a ti se te quite esa sensación de (la palabra maldita), para que no quede en ti el recuerdo de que soy el tipo imbécil que te (otra vez la puta palabra).

No hay comentarios:

Publicar un comentario