sábado, 31 de diciembre de 2011

CARTA AL 2012 (UNAS HORAS ANTES DE QUE LLEGUE)

Antes de que llegues y te instales, me gustaría pedirte varias cosas. Son casi todas para mí. Me sale la vena egoísta.

Lo primero. Que seas, al menos, tan bueno como tu hermano que está a punto de irse. No tengo queja de él. A pesar de los tropiezos, las decepciones, los malos momentos, las desilusiones. Son esas cosas las que me hacen fuerte y me ayudan a ver las cosas con claridad.

No permitas que el odio anide en mi corazón. Creo que no estoy ni programado, ni preparado para sentir odio por nadie. Odiar es demasiada responsabilidad para mis pocas y cortas aptitudes. Me basta con cubrirlos con un manto de indiferencia.

Ayúdame a controlar mis “prontos”, esas salidas de tono que me hacen decir y hacer cosas de las que luego me arrepiento. No dejes que pierda a alguien querido por mi carácter tan difícil y peculiar. Ayúdame a evitar que saque a pasear mi orgullo. Cada vez que lo he hecho me he provocado más dolor del que soy capaz de aguantar. Y he perdido más que he ganado.

No consientas que permanezca impertérrito ante la injusticia, la desigualdad. Haz posible que siga conservando mi ingenuidad, que nunca deje de pensar que no hay personas malas, ni malas personas. Que al daño que me causen, responda ofreciendo mi mano y mi sonrisa, como hasta ahora, como he hecho siempre.

Guíame hacia todas las tentaciones y déjame caer en todas ellas. En las que me hacen bien y en las que me harán sufrir. No me niegues ni uno solo de los placeres de la vida. No permitas que me los niegue yo.

Haz que siga siendo tan claro y tan sincero con las personas a las que quiero, a las que verdaderamente aprecio. Que comprendan que cuando expreso mis opiniones no es para hacerles daño, sino por eso, porque los quiero, y no hay nada que desee más que sean felices, incluso aquellas personas de las que me gustaría ser yo la causa de su felicidad y no puede ser, nunca podrá ser. Llénalos de alegría, de risas, de felicidad. Así yo también seré feliz, aunque, en ocasiones, tenga que lamerme mis heridas en soledad, en la oscuridad, escondido de todo y todos. Y siga sin poder evitar que, de vez en cuando, una lágrima, rebelde como lo fui yo un día, que aún no sabe que un día me prometí no volver a llorar, se escape creyendo que no lo noto.

Que, como dice Maruja Torres, el amor les salga bien: el amor largo, la pasión profunda, incluso el calentón breve y primario. Que, aunque ahora pueda parecerme que estoy seco y vacío, a mí también me llegue la ola que me arrastre, porque sé que aún hay amor dentro de mí para poder entregárselo a quien lo quiera recibir. Que me lleve al lugar cálido y seguro que, me gustaría pensar, quiero pensar, también existe para mí y que aún no he encontrado pero no descarto hallar un día. Que sea un lugar donde quedarme, donde establecerme. Que pueda cogerle por las solapas de su chaquetón y, mirándonos a los ojos, digamos al unísono “Llevo toda mi vida buscándote y, ahora, aquí estoy. He venido para quedarme y esta vez no pienso salir huyendo.”, mientras nos besamos y me vuelven a entrar esas ganas de no separarme de ella.

Que si me llega la muerte sea de una manera dulce y nadie haga un drama de ello. Pero que no le llegue a ninguno de los míos porque sería peor que mi propia muerte. Sería perder una parte de mí y, de la misma manera que sé que me disminuiría vivir sin una pierna, sin un brazo, sin un ojo, sé, estoy seguro de ello, que se me haría casi imposible vivir con el hueco, con el vacío que alguien dejara en mi vida, con su ausencia.

¡¡¡FELIZ 2012 A TODOS!!! A MIS AMIGOS, A LOS QUE PIENSAN QUE SOY SU ENEMIGO. A LOS QUE ME QUISIERON, A LOS QUE AÚN ME QUIEREN. A LOS QUE SE FUERON. A LOS QUE ESTÁN (A PESAR DE CONOCERME Y SABER CÓMO SOY) Y TODAVÍA NO SE HAN IDO (AUNQUE ALGUNO HAY POR AHÍ QUE YO SÉ QUE ESTÁ BUSCANDO EL MOMENTO DE HACERLO). A LOS QUE ESTARÁN. Y, SOBRE TODO, A LOS QUE ESTÁN LLEGANDO, A LOS QUE TIENEN QUE LLEGAR.

viernes, 30 de diciembre de 2011

A VUELAPLUMA (XXXIII)

Te llevaste la alegría. Devuélveme, al menos, un poco de luz.

***

Si alguna vez hubo algo bueno en mí, solo ella fue capaz de verlo.

***

No sabría definir qué es el éxito. Solo sé que el mío fue conocerla.

jueves, 29 de diciembre de 2011

SI ALGUNA VEZ…

Si alguna vez me ofrecieras tu mano
para guiarme por este mundo tan hostil
que no consigo entender,
en el que evito mirarte a los ojos
por temor a que descubras quién soy en realidad,
derretirías el hielo en el que estoy encerrado
y mis brazos volverían a ser una casa.

Si alguna vez me ofrecieras el brillo de tus ojos
para iluminar el camino que hoyan mis pies vacilantes,
temeroso de volver a tropezar, caer y no levantarme,
se volverían arenilla estos bloques de piedra
que tienen aprisionado y volvieron insensible mi corazón.

Si alguna vez le ofrecieras a mis labios
seguir el curso de tu boca
hasta el nacimiento de tus pechos,
dejándoles conquistar sus cimas rosadas,
invitándoles a descansar en la suavidad de tu vientre
antes de agasajarlos con la ambrosía de tu manantial de vida,
que es mi esperanza, mi particular El Dorado…
Si alguna vez, digo, te decidieras a obsequiarlos con todos tus sabores,
harías saltar en pedazos todos los muros de esta prisión
en la que permanezco confinado,
dejando entrar, aunque solo fuera un instante,
la luz, un rayo de tu luz, en mi vida…

miércoles, 28 de diciembre de 2011

ANIVERSARIO

“Anhelaba un sentimiento,
viniste y lo derramaste dentro de mí.”

Exactamente a esta hora, 1:27 a.m., se cumple otro aniversario de nuestro primer beso. De nuestro único beso.

Desde ese día, desde esa hora, algo me ha impedido besar otros labios, probar otras bocas, acariciar otros pechos, beberme otros pubis.

Sólo esa vez mi cuerpo descansó en tu cama. Sólo esa vez estuve en ti. Sólo esa vez me derramé dentro de ti.

Sólo esa vez mi lengua jugó con tu lengua. Sólo una vez y no ha olvidado tu sabor. Y es ella la que se niega y me prohíbe conocer nuevos sabores.

“Ahora las noches son más largas que nunca.”


martes, 27 de diciembre de 2011

NO FUE DIFÍCIL

Fue sencillo enamorarme de ella. No tuve más que verme reflejado, una sola vez, la primera, en sus ojos para amarla, para quererla para siempre. No me hizo falta más. Y cada vez que me vi en ella, la quise más y más y más. Sin poder frenar. Sin querer hacerlo. Sin saber decir basta. Quién era yo, pobre infeliz, para ponerle diques a ese sentimiento, a ese amor que me vino de manera inesperada

No fue nada complicado enamorarme de ella. Lo imposible fue dejarme ver. Disipar la oscuridad que me rodea y que ella no acabara sumergida en mi tristeza. Lo realmente desgarrador fue no bañarnos de luz porque yo nunca fui ni seré portador de luz y alegría. No existe la manera de sacar a mi corazón del estado de apatía en el que alguien lo dejó sumido un maldito día.

No resultó nada arduo enamorarme de ella. El problema fue que nunca me vio como un reto a conquistar, de esos que tanto le gustaban. Le atraía el peligro. Y yo estuve entregado incondicionalmente a ella desde la primera vez que la vi caminar.

No fue un trabajo penoso enamorarme de ella. Incluso aprendí a abrazar por si algún día llegaba el momento de hacerlo. Pero, cómo iba a querer ser abrazada por estos brazos de piedra incapaces de dar calor a un cuerpo al rodearlo, besada por estos labios míos tan resecos y tan muertos que sólo causan dolor y dejan heridas imborrables, amada por este corazón convertido en piedra que deja helados los corazones que tienen la mala suerte de cruzarse conmigo…

No, no es nada, nada difícil seguir enamorado de ella hasta el final de mis días…

lunes, 26 de diciembre de 2011

ESTAR. NO ESTAR

Yo siempre estuve allí. Cuando sus ojos se inundaban y me reclamaba a su lado para cortar la hemorragia de lágrimas. Siempre estuve allí. Sin pararme a preguntar por qué sólo me buscaba en esos momentos. Sólo con su llamada lo entendía. Aunque cuando sus ojos comenzaban a sonreír, me empujaba a un lado hasta la próxima vez.

Yo siempre estuve allí. Cuando la vida solo le enviaba reveses y necesitaba alguien que la escuchara. Siempre estuve allí. Aunque cuando las cosas empezaban a ponerse de cara, apretaba el paso y me dejaba atrás.

Yo siempre estuve allí. En todas sus depresiones ofreciéndole cobijo en mis brazos. Aunque al final de todas ellas olvidara que existía.

Nunca estuve allí. Cuando lo que necesitaba era besos, caricias y abrazos nunca estuve allí. Ni siquiera, por un solo segundo, pasó por su cabeza que yo podía ofrecérselos igual que cualquier otro. Creo que la imagen que tenía de mí era la del eunuco guardián de un harén. Incapaz de darle ese tipo de amor también. Y también lo entendía. Ella no me quería de la manera que yo deseaba que lo hiciera.

No es tan difícil entender el porqué de mi presencia en todas esas ocasiones y mi ausencia de las otras. Es sencillo. La quería. Y nunca me paré a pensar si eso me daba derecho a algo más. Era suficiente con verla feliz cuando pasaba la zozobra, cuando acababan los temporales.

Yo entendía sus enfados, sus largas temporadas llenas de silencio dedicadas a mí, los momentos en que olvidó que existía. Todo porque la quería. Ahora llega el momento en el que necesito tiempo para mí, en el que no estaré tan disponible, en el que me digo que, tal vez, ya no me importa tanto y voy a quererla solo un poco. Aunque no sepa cómo demonios se quiere solo un poco o se quiere mucho. Este es el momento en el que ella debería entenderme a mí.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Asesino ilusiones, estropeo momentos que podrían haber sido inolvidables, arranco lágrimas, rompo corazones, malgasto el tiempo de los demás…

En resumen, destrozo todas las vidas que toco…

sábado, 24 de diciembre de 2011

FUE SUFICIENTE, NUNCA PEDÍ MÁS

Para ser feliz, me bastaba con verte. Aunque sólo fuera en el delirio provocado por la fiebre. Me bastaba con verte para ser feliz.

Para ser feliz, me bastaba con soñarte. Aunque sólo fuera una de cada muchas noches y apenas recordara los sueños. Me bastaba con soñarte para ser feliz.

Para ser feliz, me bastaba con leerte. Aunque sólo fuera en las octavillas de publicidad que redactabas. Me bastaba con leerte para ser feliz.

Para ser feliz, me bastaba con oírte. Aunque sólo fuera contando esos chistes tan malos que no sabías contar. Me bastaba con oírte para ser feliz.

Para ser feliz, me bastaba con hablarte. Aunque mis palabras se perdieran en el vacío porque sabía que llegarían a tus oídos. Me bastaba con hablarte para ser feliz.

Para ser feliz, me basta con recordarte. Ahora que todo acabó, me basta con pensarte para ser feliz. Y con seguir amándote.

viernes, 23 de diciembre de 2011

PROPÓSITO DE ENMIENDA

Tendré que empezar a llenar los vacíos que dejó, esos lugares de mi vida que nunca quiso ocupar.

Tendré que buscar nuevos estímulos para llenar los minutos que dejó libres y eternos y que no sé si merece la pena vivirlos.

Tendré que buscar otra piel con la que rozarme, otros brazos en los que guarecerme, otras bocas que me hablen, otros labios que sí quieran besarme, otros muslos que deseen acogerme.

Tendré que salir algún día, abandonar esta melancolía, reengancharme a mi vida.

jueves, 22 de diciembre de 2011

REFLEXIÓN EN VOZ ALTA (CON PERDÓN)

Siempre me gustó pensar que ambos intuíamos, o que llegamos a saber, que juntos no nos habría ido mal. Por eso no he podido dejar de preguntarme nunca qué hubiera pasado si alguna vez te hubieras decidido a mirar, aunque sólo hubiese sido por curiosidad, para saber qué se escondía en el fondo de mis ojos, qué se veía más allá de mi mirada y te hubieras atrevido a ver lo que yo veía, sin sentir miedo a mis atenciones, a mis cuidados, a mi forma de querer, casi siempre excesiva, a descubrir todo el amor que guardaba y atesoraba sólo para ti, antes de que hubiera sido demasiado tarde, y hubieses querido explorarlo y vivirlo…


miércoles, 21 de diciembre de 2011

UNA NOTA SUELTA (XIII)

Uno, en su ignorancia, en su estulticia, en su egoísmo, se pregunta por qué, en lo que entiende que era igualdad de condiciones, no fue el elegido y cree adivinar la respuesta. Y no le gusta, porque no habla bien de él y le hace saber, por si ya no lo tenía claro y con todas las señales posibles, que nunca será favorecido con su amor.

martes, 20 de diciembre de 2011

PERDERTE. NO MERECERTE. NO RENDIRME

Yo te pierdo pero habrá alguien que te gane.

El caso es que nunca te tuve, así que nunca te perdí, aunque no pueda evitar tener la sensación de haberlo hecho.

Aquel que te gane será porque te merezca más que yo. Ojalá te haga tan feliz como pienso que podría haberlo hecho yo.

A pesar de todo, no sé rendirme.

lunes, 19 de diciembre de 2011

… Y PASÓ (POR FIN HAS LLEGADO)

Tú,
sobre las sábanas,
tu piel tan blanca, de nácar,
se confunde con ellas.
Esas pecas que trufan tu cuerpo,
esos ojos tan claros,
casi transparentes, escrutadores,
y el rosado de tus aréolas
que recorro con mis besos,
bastan para que me reconcilie con el mundo,
para que vuelva a creer
que siempre, en cualquier momento,
en cualquier lugar,
hay alguien por quien merece la pena esperar.

Yo,
de nuevo entre tus muslos,
devorando el fuego de tu pubis,
intentando calmar mi sed atrasada,
llenándome de tu esencia,
bebiéndote entera
sin llegar nunca a saciarme,
sin querer quedar nunca colmado de ti.

Una sola mirada basta.
Un cruce de sonrisas es suficiente
para volver a acompasar nuestros movimientos.

domingo, 18 de diciembre de 2011

FIN DE SEMANA (APUNTES APRESURADOS)

Este ha sido el viaje a Madrid que más ilusión me hacía. Este es el viaje en el que me he reconciliado con Madrid. El único en el que me emocioné al ver las luces desde el tren al llegar. El único en el que me he emocionado al abandonarlo.

Este ha sido el viaje a Madrid en el que me he reencontrado con los lugares que más me gustan, y he logrado reconocerme. He visitado mis bares favoritos. He reído con ganas, he cantado a voz en grito, he bailado. Y, por fin, tras haber llegado a pensar en todo este tiempo que no iba a volverme a pasar, he sentido la felicidad, he dejado que me rodeara y me he sumergido en ella.

jueves, 15 de diciembre de 2011

TENÍA QUE PASAR…

Supongo que algún día, tarde o temprano, tenía que pasar y que tendría que estar preparado para ello. Supongo que lo estaba esperando, incluso que lo andaba buscando. Porque si no hubiera sido así, no le habría robado, durante estos últimos meses, tantas horas a mi sueño, a mis libros, a mis discos, sólo para estar hablando con ella, para conocernos y descubrirnos.

Supongo que esas cosas pasan sin avisar, que como ha venido se irá, que es como un pellizco, pero, ¡joder, qué pellizco! Creí que, tanto tiempo después, no iba a reconocer los síntomas. Pero, por fortuna, no ha sido así. Ahora falta saber si es de verdad. Si estos días que vamos a estar sin vernos voy a añorarla. Si la descubriré en cada uno de mis paisajes favoritos, aquéllos de los que haría postales, si voy a creer oír su risa en cada rincón, si confundiré cada sombra con la suya… Saber si deseo que haya más noches, como estas últimas, de mirarnos a los ojos en silencio, porque no nos han hecho falta las palabras.

Y ahora viene lo “peor”. Si lo vivimos a los ojos de todos, si dejamos de escondernos y así acallar los rumores y risitas. Ser consciente de que he perdido o no recuerdo los “mecanismos rutinarios” en situaciones como ésta. Dejar de cogerla de la mano para que no se escape, dejar de abrazarla como si fuera mi prisionera, dejar de besarla como si estuviera invadiéndola… Saber cuál es el momento adecuado, ni muy pronto, ni muy tarde, de decirle “te quiero”, si es que hay un momento para eso. O todos los momentos valen.

Sí. Tan enamorado como un quinceañero. Igual de inexperto en estos lances…

miércoles, 14 de diciembre de 2011

ANHELOS

No quiero sólo las noches de los fines de semana; para eso me vale cualquiera. Quiero la lectura compartida del suplemento dominical, que me arrebates las páginas de economía y competir por saber quién hace la mejor pajarita, la más grande.

No quiero más los amargos besos clandestinos en todos los portales de camino a casa. Quiero faltar al trabajo las mañanas de los martes y pasear confundiéndonos con la lluvia. Que en mis camisas todo el mundo pueda ver el rastro de tu carmín en los cuellos.

No quiero que no se vea mi mano escondida en el bolsillo trasero de tus pantalones. Quiero cenas con amigos y sobremesas cómplices hasta la madrugada. Que todos sepan que nos queremos.

No quiero seguir escondiéndonos, que siga pareciendo que estamos cometiendo un crimen. Quiero que permanezcamos abrazados aunque nos arrolle la muchedumbre del primer día de rebajas de invierno.

martes, 13 de diciembre de 2011

A VUELAPLUMA (XXXII)

Releo, hasta el cansancio, la cita de Françoise Sagan sobre amar hasta la locura y me hace recordar que un día estuve cuerdo. Pero no era tan feliz.

***

Sólo una vez usé mi orgullo y me causé más dolor que el que me provocó el daño del que quise defenderme. Aún la echo de menos.

***

En ningún momento hubo lugar para las dudas. Ni siquiera para esa en particular. Siempre tuve claro cuál hubiera sido la respuesta.




lunes, 12 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA NAVIDAD

Nota: Me obsesionan las despedidas. Más bien el momento y la manera de despedirme, porque nadie me ha enseñado a hacerlo y no he logrado aprender a pesar de las veces que me he visto obligado a ello. Quizá por eso es un tema recurrente en mí. Tal vez porque pienso que, en alguna ocasión más, no voy a llegar a poder despedirme de alguien querido. Y, una de las pocas cosas que tengo claras sobre el momento de despedirme es aprovechar esas ocasiones en que llegan las vacaciones o aquellas épocas en las que nuestros quehaceres nos exigen tanta atención que, cuando nos queremos dar cuenta, hay alguien, o yo mismo, que ya no está, que no va a volver a estar. Y, creo, que lo que siempre he hecho ha sido huir, en lugar de afrontar las cosas. Y, ahora, que sea lo que tenga que ser.

Algo dentro de mí comienza a decirme que está llegando el momento de decir adiós aprovechando la multitud de visitas de estos días en los que no sabemos quién va, quién viene. Que mi partida no se notará igual que no se oye caer un árbol escondido en la profundidad del bosque.

Algo dentro de mí está avisándome de que es el momento de las despedidas. Que es mejor ahora que aún aguanto los golpes como un viejo boxeador sonado al que el dolor sobre el dolor no le hace mella.

Algo dentro de mí me dice que este es el momento. Que ni siquiera la luz de estos días hará que pose su mirada en mí, haciéndome sentir aún más insignificante. Que entre nosotros ya está todo dicho. Que este es el instante de poner distancia, que no hay, ni se intuyen, señales de cambio, que no llega el cataclismo que deseo para que las cosas cambien, que es mejor ahora que puedo soportar el daño que no esperar y ver cómo llegan las cosas que me causarán verdadero dolor. Que es el momento de poner rumbo a otro lugar que sea más propicio. Y tratar de olvidar aunque ahora me parezca imposible…

domingo, 11 de diciembre de 2011

AÑORANZA DE TI (EVOCÁNDOTE EN EL TAXI DE VUELTA A CASA)

No, no son todas las noches que pasamos juntos en aquellos hoteles en los que me exigían llevar corbata para poder alojarnos, lo que más recuerdo. Es cómo destacaba el rojo fuego de tus labios en medio de Navacerrada el día de la primera nevada de aquel invierno que desembocó en el que fue el más cruel abril de todos los abriles crueles. El gorro de lana por el que escapaban tus trenzas. Y esos anoraks marrones tan horribles que compraste de urgencia para poder atenuar el frío.

No, no son todos esos viajes en los que me llevaste a lugares que ni siquiera sabía que existían mi mejor recuerdo de ti. Son tus manos heladas rodeando mi cara los días que no salía el sol.

No, no son tus promesas, como aquella de crear un mundo a nuestra medida, sólo para nosotros, lo que más añoro. Son los saltos de la aguja de aquel tocadiscos Cosmos cada vez que ponías uno de tus viejos discos de jazz.

No, no es ninguna de las cosas materiales que me regalaste y que perdí en una mudanza lo que más extraño. Son todas esas pequeñas cosas que vienen a mí en madrugadas como ésta, esos detalles que me dieron vida, los que tanto echo de menos.


sábado, 10 de diciembre de 2011

A VUELAPLUMA (XXXI)

Por suerte para mí, aún no se han inventado los relojes que marquen las horas que no he aprovechado para vivirlas.

***

Incluso en los momentos más tenebrosos y oscuros, se cuela un pequeño rayo de esperanza por no se sabe qué resquicio.

***

Siempre he comprendido, al menos lo he procurado, las razones, las motivaciones, las decisiones, las elecciones de los que me rodean sin hacer preguntas, sin pedir explicaciones. Espero que cuando llegue el momento de entender las mías, actúen de la misma manera que lo he hecho yo.


viernes, 9 de diciembre de 2011

LUZ QUE SE EXTINGUIÓ

Hubo un tiempo que todo lo que plasmaba en el papel estaba lleno de luz, de alegría, de ganas de vivir…

Ahora sólo sé escribir desde las tripas, sintiendo el dolor, dejando parte del sufrimiento que me atenaza en cada una de las palabras que salen de mis dedos.

Aún no sé en qué momento y por qué razón perdí el control y dejé que se extinguiera esa luz…

jueves, 8 de diciembre de 2011

AQUELLA FOTOGRAFÍA

Me cuesta recordar en qué lugar exacto tomamos aquella fotografía. San Esteban y tú reflejadas en la Casa Haas. Creo que nevaba.

Quizá no fue en Viena, sino delante del Reloj Astronómico de la Plaza del Antiguo Ayuntamiento de Praga. Lo que sí recuerdo es que hacía frío.

Es posible que la hiciéramos en uno de los puentes que cruzan el Danubio y unen Buda y Pest. Lo que no se me olvidará nunca es esa lluvia.

Llevo días acordándome de ti y buscando la fotografía, aunque por fin me he dado cuenta de que sólo existe en mi cabeza. Nunca quisiste viajar conmigo. De lo que sí estoy seguro es de lo helado que dejaste mi corazón para siempre.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

TRABAJO EN LA MÚSICA

Trabajo en la música,
en nuevos acordes,
mas no consigo remedar
el sonido de tu voz.

Trabajo en la música,
probando con instrumentos
que nunca he tocado.
Ninguno de ellos me da un ritmo
como el de tus caderas al bambolearse.

Trabajo en la música,
visitando viejos luthiers
pero el sonido de ninguna de sus creaciones
tiene, ni de lejos, la textura de tu risa.

Trabajo en la música,
buscando la perfección,
pero sólo es una excusa
para tapar mi ineptitud.

Ya ves que soy un fraude,
como poeta, como músico, como hombre,
incapaz de componer la canción que te prometí.


martes, 6 de diciembre de 2011

CANCIÓN FALLIDA

Te debo una canción,
que no hable de ti,
que no hable de mí,
que no sea de amor.

Los bares que visitábamos
no brillan de la misma manera
desde que no vamos.

Ha dejado de ser primavera
en las calles por las que andábamos
cogidos de la mano.

Te debo una canción,
que no hable de ti,
que no hable de mí,
que no sea de amor.

Ya no hay noches de luna llena,
ya no hay noches con estrellas,
sólo tu vacío en mi colchón.

Sin descanso,
seguiré buscando en tu interior
la respuesta a mi pregunta
¿por qué no pueden vivir nuestras vidas juntas?

Te sigo debiendo una canción.
Que no hable de ti.
Que no hable de mí.
Que no sea de amor.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LO INTENTO

De verdad que lo intento. Que hago todo lo posible para no pensar en aquel día, en aquellas palabras, pero hay algo que me retiene, que no deja que vuelva el yo de antes. Intentar recuperar la confianza mutua. Abandonar la frialdad en mis correos. Ser más explícito. No tener ese tono funcionarial. “Bla, bla, bla. Hace buen día (o un frío del carajo). Pásalo bien. Un beso.” Y todo condensado en menos de cincuenta palabras. Apenas dos líneas.

Lo intento. No lo dudes ni un solo momento. Pero hay algo en mi cabeza que me repite machaconamente que hay cosas que ya no puedo hacer, que ya no tengo que hacer, que ya no deberé y no volveré a hacer. Hoy, sin ir más lejos y aprovechando el sol, me hubiera gustado enviarte un mensaje para quedar a tomar algo. Que, en este preciso instante, tengo el teléfono en la mano, justo en tu número, para llamarte y proponerte ir al cine, a un bar o, simplemente, ver cómo avanzan las obras del tranvía. Pero sé que ese momento pasó para siempre. Que todas las semanas paso delante de tu puerta y no me siento capaz de apretar tu timbre porque tengo miedo a tu reacción. A que pienses que soy un perfecto gilipollas –y, si ya lo piensas, confirmártelo-. A que te preguntes, y me preguntes, que de lo que me dijiste, qué es lo que no llegué a entender. Sí, definitivamente, sería confirmártelo.

Lo intento. Que sepas que no dejo de hacerlo. Que me gustaría que fueras tú la que estuviera conmigo estos días de zozobra y que fueras tú quien me acompañara al médico a que me diera el diagnóstico. Que es a ti a quien me hubiera gustado confesar mi miedo. Que hay montones de cosas de mi vida que me gustaría compartir contigo. Que hay cosas que me gustaría contarte, como antes, como debería ser siempre, al menos, hasta que, como siempre has dicho, me sigas considerando tu amigo. Que me gustaría que fueras tú la que estuviera frente a mí para decirte todo esto en vez de contárselo a esta pantalla brillante en medio de la oscuridad de este asqueroso domingo.

Lo intento. No creas que dejaré de hacerlo. Puedes estar segura de eso. Que no voy a cejar nunca en este empeño de intentar recuperar la confianza mutua. (Lo sé, me repito. Pero si hay algo por lo que merezca la pena esforzarme, es por eso. Para que las cosas vuelvan a ser como antes. Porque si hay algo que valga la pena en mi vida, eres tú. Ya lo sabes. De la manera que tú quieras, como te sientas más cómoda, pero tú). Pero hay algo que me dice que quizá tengas todavía algo que decirme sobre todo este tiempo y no te hayas atrevido. Y eso me echa para atrás y no me deja soltarme. O es que, tal vez, tú también lo estás intentando y tampoco te sale.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Y DESPUÉS DE AQUELLA TARDE DE VERANO… (“TE VOY A HACERLAS PASAR PUTAS.”)

… el vacío, la anulación del yo, el frío instalado en el corazón, volverme de piedra o hielo, esta apatía, desconfiar de todo el mundo. Si alguien que me conocía tanto y, supongo, que llegó a quererme fue capaz de hacerme eso, qué no podrían hacerme los demás.

… perder la sonrisa, las ganas de divertirme, de vivir incluso. Pensar en todos los modos, imaginables o no, dolorosos o no, definitivos o no, de poner fin a esa situación.

… todos los “Esto no me puede estar pasando a mí”, el miedo a lo que podría venir, no saber cómo explicarlo si yo era incapaz de entenderlo.

… pensar una  y otra vez en tu frase de despedida, no encontrar respuesta. ¿Qué esperabas de mí?

… dejar de escribir, no poder escribirte con todo lo que lo hice antes, hasta este momento en que tengo miedo y lo hago para recordar a aquellos que, de una manera u otra fueron importantes en mi vida, y haber empezado por vosotras, -ya ves qué corta es mi lista y me temo que eres tú quien la va a cerrar definitivamente-, aunque hay quien pudiera llegar a pensar que soy un gilipollas por hacerlo.

… intentar olvidar las humillaciones, los desprecios, sentir sólo indiferencia. Ni quererte, ni odiarte. Sólo indiferencia. Haberte preguntado el porqué de todo y contestar como si no hubiera pasado nada. Haberme dejado de doler.

… haber abrazado la soledad, haberla hecho mi compañera de juegos, la única que ocupa mi cama, ser con quien más hablo, con quien más tiempo paso.

… saber que, afortunadamente, aunque lo sigas pensando, no somos iguales. Que más allá de que ambos respiremos, no hay más similitudes entre nosotros. Porque yo sé querer y sé dejarme querer.

“Blood run through your veins
that’s where our similarity ends.
Blood runs through our veins.”

… y, a pesar de todo, si hubieras tenido un solo segundo de piedad, tuve un momento de debilidad en el que no sé qué hubiera hecho para que todo acabara…


sábado, 3 de diciembre de 2011

AINHOA (DESDE – PARA SIEMPRE)

Observarte a través de los cristales de la oficina de tu madre. Ya tan rotunda y contundente en tus formas, en tus curvas. Ya tan afilada con el verbo, tan mordaz. Sorprenderme mirándote. Ruborizarme, agachar la cabeza. Balbucear algo. No saber dónde esconderme. “¿Me puedes ayudar con este trabajo de literatura?” Rozar tu pelo. Pensar que sólo tienes trece años, a punto de cumplir catorce, y yo voy camino de mi primer gran fracaso amoroso y de volver a encender un cigarrillo tras llevar año y medio sin hacerlo.  

Ver pasar los años y las parejas por la vida de cada uno. Tus celos sin sentido de cada una de ellas. Hervirme la sangre al verte con cada uno de ellos. Ni siquiera una insinuación entre nosotros a pesar de todas las otras cosas que compartimos.

Aquella noche. “Lo siento. No es contigo con quien quiero hacer esto.” Abrazarme. Comprenderme sin hacer preguntas. No habértelo agradecido aún lo suficiente. Seguir intentando convencerme de que no hacerlo es lo mejor que pudimos hacer. Creer que algún día llegará, de verdad, nuestro momento…

viernes, 2 de diciembre de 2011

MERCHE (1991)

Lo único en común, Asun. Y esa época nuestra de consumo desaforado de alcohol y drogas. Un futbolín, una partida de billar americano. Enseñarte a coger el taco. Risas. Un beso inesperado en tu portal después de dejar a Asun en su casa. Darte las buenas noches y volver por otro pero ya habías desaparecido escaleras arriba. Una copa en aquel bar del Paseo de la Habana. Besarnos delante de todo el mundo. “Pero, vosotros…, ¿desde cuándo?” Sonreír. “Desde ahora.” Y comenzar a ponerme a prueba. “¿A que no te atreves a echar un polvo en el descansillo de mi planta?” Segundos después, tú apoyada contra la puerta de tu casa, conteniéndonos ambos los gemidos. Follar a oscuras y en silencio. “¿A que no te atreves a ligarte a esa niñata?” “Nos jugamos una cena para todos que de aquí a final de año me he liado con ella delante de todos vosotros.” La víspera de Nochevieja echamos el último polvo en el servicio del 69º y, al terminar, yo me fui con la niñata. Si no me hubieras puesto en la tesitura de tener que elegir…

jueves, 1 de diciembre de 2011

A VUELAPLUMA (XXX)

Cuando soñaba nuestros sueños despertaba con una sonrisa. Ahora sólo tengo pesadillas.

***

Hay veces que concedernos un capricho puede arruinar el resto de nuestra vida.

***

Podríamos haber llegado a hacer un trato: Yo podría haber llenado sus aburridos domingos y, a cambio, ella podría haber hecho desaparecer las tediosas ciento sesenta y cinco horas que estaba sin verla.

***

Hay dos razones por las que reprimía mis ganas de besarla, por las que nunca me atreví a robarle un beso. Una por ella. Porque la respeto demasiado para hacer algo que no deseaba. Y otra por mí. Porque si le hubiera dado un primer beso no hubiese podido parar de besarla.

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No hay nada que llegara a dolerme más que dentro de unos años preguntarnos qué hubiera sido de nosotros si nos hubiéramos decidido a compartir nuestras vidas, a vivirlas juntos.

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Últimamente sólo he tenido ideas sin sentido y me he hecho preguntas que nunca tendrán respuesta. Y si algún día hay respuestas ya habré olvidado las preguntas.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

MARÍA JESÚS (1985)

Entre tú y yo, al principio, casi todo fue casualidad. Casualidad fue que aparecieras un día con José Antonio, Julio y Carmen. Casualidad fue encontrarnos pocos días después en la puerta de una discoteca. Casualidad fue que yo fuera a una discoteca. Casualidad fue que un día acompañaras a Montse al Idyl. Casualidad fue que te robara un beso. Y, a partir de ahí, quedar ya conscientemente, siempre acompañados de amigos comunes.

Tú, mi primer verdadero amor. Un beso no robado. “¿Ya somos novios?”. “Si tú quieres…”

Tus veintitrés años. Mis casi diecinueve. Descubrir el sexo de verdad contigo. No creer que se pudiera ser más feliz. Pero, pronto, las sombras. Nuestros distintos ritmos vitales. Mis porros. Tus recriminaciones. Tus ganas de establecerte. Mis ganas de divertirme. Tus deseos de ser madre. Los míos de vivir la vida sin ataduras. Ir a ver pisos por complacerte. Elegir frigoríficos. Mis largas desapariciones sin avisar ni dar noticias. Discutir por chorradas. Pero, al final, siempre el sexo arreglándolo todo.

Las últimas vacaciones juntos. Antes fueron Viena, París y más ciudades  que no recuerdo. Un mes antes mi frase gloriosa. “Sólo he follado este agosto contigo porque no tenía otra cosa en la que ocuparme.” Aun así, primera semana de octubre, rumbo a Tenerife. Una semana en la que apenas salimos de la habitación. Y en el avión de vuelta empezaste a esbozar la despedida.

La última noche que te llevé a trabajar. Unos besos, unas caricias, una frase. “Tú sí que me quieres de verdad…” La última vez que nos vimos. Atar cabos tiempo después. Sé que me lo merecía.

martes, 29 de noviembre de 2011

Y AHORA, ¿QUÉ?

Nota: Este es uno de las dos entradas que estaban escritas para publicar después de la visita al médico y de conocer los resultados. Pensé publicar la que no se correspondiera con la realidad. Pero creo que ya he dicho que me contradigo muy a menudo y soy muy inconstante en mi forma de pensar.

Salgo del médico, con el diagnóstico en la mano. Aún no me lo puedo creer. Pero he de digerirlo cuanto antes. Me quedan muchas cosas por hacer y muy poco tiempo. Durante los últimos días he hecho una especie de lista con todo lo que me gustaría hacer y con la de cosas pendientes.

Ya he dejado el testamento a mano. Lo otorgué la otra vez y no ha habido nada que me haya hecho cambiar la disposición de bienes que acordé hace más de un año. Hay algunas cosas sobre las que no decidí qué hacer con ellas: mis libros, mis discos, mis papeles… Sé que mis albaceas sabrán a quién dar cada uno de ellos. También sé que cada una de esas cosas irá a las manos que tienen que ir, porque creo que están predestinadas a encontrarse con su nuevo dueño.

Tengo que empezar a despedirme de todos aquellos a los que quiero y decirles que los quiero, cuánto los he querido, sin avergonzarme al decírselo y hacerlo mirando a sus ojos. Explicarles, una vez más y que puedan llegar a entenderlo, que no voy a seguir ningún tipo de tratamiento que me haga estar mal entre sesión y sesión. Decirles que llegará el momento que tengamos que dejar de vernos para que no les quede de mí una imagen deformada por el dolor. Que no vean cómo me voy degradando. Que respeten mi decisión.

“Espero que haya alguien que cuidará de mí cuando muera, cuando me vaya…
Estoy asustado en medio de este sitio, entre la luz y ningún lugar. No quiero ser el único dejado allí, abandonado allí…
No me ahogaré ni me paralizaré en la luz…, pero yo no quiero ir…”

Es la hora de que acaben las fiestas para mí. Sé que la muerte es el lugar al que todos tenemos que ir y siempre lo he visto como algo natural. Pero…, tengo tanto miedo…


lunes, 28 de noviembre de 2011

MIEDO

No me he debido portar bien con el mundo, con la vida. No entiendo por qué el mundo, la vida, me desequilibra. Sólo sé que cada vez que mi vida parece que comienza a estar en orden siempre hay algo que la descabala, que le da la vuelta completa como si fuera un calcetín. Pero nunca había sido tan cruel conmigo como hasta ahora. Hasta ahora los reveses, las pérdidas, eran corregibles, reemplazables. Ahora, en este momento, quizá la pérdida podría llegar a ser irreparable… Y tengo miedo. Me quedan aún tantas cosas por hacer…


domingo, 27 de noviembre de 2011

MI GRAN ERROR (LOLA, 1991)

Uno de estos días que voy a estar a Madrid me gustaría encontrarme contigo. Tomarnos un tercio de Mahou en esos sillones tan cómodos del Autógrafos y poder hablar contigo. Decirte que sí te quise aunque no supe demostrártelo. Y quizá limpiar un poco mi mala conciencia si tú me dices que eres feliz.

Reconocer, por fin, que lo que empezó siendo un juego terminó conmigo totalmente enamorado de ti. Que fui un perfecto gilipollas el día que te dije que todo se había acabado sin darte la ocasión de que te fueras haciendo un espacio dentro de mí y sin darme la oportunidad de conocerte. Contarte este miedo que se ha apoderado de mí. A la soledad. A saber qué es lo que tengo. Decirte que temo que el médico confirme mis peores augurios.

Saber que tú fuiste mi gran error. No el estar contigo. Fue el dejarte. No cesar de flagelarme desde entonces. Aceptar que mi gran error fue no entregarme por completo a ti. Admitir que mi gran error es estar de madrugada frente a la pantalla del ordenador pensando en ti cuando podía estar a tu lado.

sábado, 26 de noviembre de 2011

A VUELAPLUMA (XXIX)

Yo sí me enamoré de la mujer adecuada. El problema es que ella nunca consideró que yo fuera el hombre adecuado con el que compartir su vida.

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No me cansé de esperarla. Pero no pude esperarla eternamente.

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Ahí va mi vida, tan hecha jirones que hasta las hienas la desprecian.


viernes, 25 de noviembre de 2011

DOLOR Y MIEDO (24NOV11 – 18:20HL)

No eres tú. Ni siquiera el dolor que me produce la ausencia de ti, el no tenerte. El saber que ya no te voy a tener. Ni el haber renunciado a seguir intentándolo. Es saber que no voy a volver a verte y que donde voy a ir no podré ni pensarte.

No es el miedo a estos tiempos oscuros que se avecinan. Ni a este otoño tan seco y tan soleado. Son estos cambios de humor, estos cambios de ánimo. Estar más nervioso que cinco minutos antes de que empiece la primera cita. Estar tan apático como cuando sabes que no habrá más citas.

No ese miedo ni ese dolor que se clava en el estómago y desaparece al dormirme. Esta vez es el dolor físico. Otra vez ese dolor. Otra vez ese miedo. Otra vez la aparición de un bulto. Y, esta vez, estoy realmente acojonado porque el dolor me vence. Hoy me ha ganado y he estado a punto de caer al suelo debido a una de sus puñaladas.

No eres tú. Ni esta falta de lluvia. Es este miedo que me atenaza. Es este pesimismo mío que llegó un día para quedarse y ha invadido cada rincón de mi vida y siempre hace que me ponga en lo peor. Este no querer ir al médico, pero haber adelantado la fecha, y desear evitar volver a repetirme todas las pruebas por el temor a que confirmen las sospechas que se han instalado en mi mente, aun sabiendo que, si fuera así, me dejaría ir, no buscaría remedio.

No es tu ausencia. Ni siquiera este calor. Es pensar que, justo ahora que no quería desaparecer, ésta pueda ser mi última huída. Pero que esta vez no será voluntaria.

jueves, 24 de noviembre de 2011

DE LA HUÍDA. DE MIS HUÍDAS

Hay veces que he salido huyendo para comprobar si alguien iba en mi busca.

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Quedarme también es una forma de huir.