jueves, 10 de mayo de 2012

DE CASA AL TRABAJO

Cojo el autobús por los pelos. Lo primero que hago nada más pagar mi billete es buscarla con la mirada. Hay un asiento libre junto a ella. Me quedo de pie, por supuesto.

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Entablo conversación con la reencarnación de Andy Warhol. Es abogado. Me dice que le gustaría dedicarse a la política. Es la definitiva prostitución del arte. El caso es que el tipo tenía unas gafas parecidas a unas que usaba Andy Warhol y llegó a engañarme. Creía que entre los gafapasta no nos hacíamos estas cosas.

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Leo a Bukowsky. Subrayo algunos versos. Me mareo. Creo que los versos de Bukowski destilan más alcohol del que yo puedo soportar a las siete de la mañana.

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Llego a mi parada. Vuelvo a buscarla con la mirada para despedirme de ella. Por primera vez en todos estos meses de viajes compartidos en el autobús, me sonríe. Me sonrojo. ¿Qué otra cosa esperabais que hiciera?

lunes, 7 de mayo de 2012

A VUELAPLUMA (XLVIII)

Siempre supo que era la mujer de mi vida. Nunca me atreví a reconocerlo.

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Lo más terrible de aquella terrible última tarde de abril que nos vimos, fue sentir que ya no sentía nada al verte.

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Quise para nosotros la despedida más hermosa del mundo, sin tristeza. De ninguna manera deseé que el tiempo se hiciera cargo de ello como lo está haciendo.

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Hay caminos que no pueden desandarse, pasos sobre los que no hay que volver. Aunque sepa que lo que dejo atrás es mejor que lo que está por venir.

jueves, 3 de mayo de 2012

CUANDO ME LEVANTO MOÑA, ME LEVANTO MUY MOÑA… (O DEBERÍA DORMIR MÁS Y PENSAR MENOS)

Siempre que las cosas no me salían como deseaba, recurría a ella. El resto del tiempo era como si no existiera. Ella siempre estaba allí y acudía a mi llamada sin pensarlo, sabiendo que cuando todo volviera a la normalidad me olvidaría de ella. La última vez me prometí que, por muy mal que me fueran las cosas, no marcaría su número. Pero en esta ocasión no pude evitarlo. Tan perdido estaba que no hallaba la manera de volver a encontrarme. “Ayúdame a salir de esta prisión de hielo en la que permanezco encerrado. Ayúdame a no sentirme un extraño en esta vida tan extraña en la que se ha convertido mi vida.” Ella me mostró el camino para salir del páramo helado en el que se habían transformado mis días.
Sí, ya sé que quizá no es la mujer de mi vida, pero estaría dispuesto a vivir con ella una vida entera para averiguarlo…