miércoles, 30 de noviembre de 2011

MARÍA JESÚS (1985)

Entre tú y yo, al principio, casi todo fue casualidad. Casualidad fue que aparecieras un día con José Antonio, Julio y Carmen. Casualidad fue encontrarnos pocos días después en la puerta de una discoteca. Casualidad fue que yo fuera a una discoteca. Casualidad fue que un día acompañaras a Montse al Idyl. Casualidad fue que te robara un beso. Y, a partir de ahí, quedar ya conscientemente, siempre acompañados de amigos comunes.

Tú, mi primer verdadero amor. Un beso no robado. “¿Ya somos novios?”. “Si tú quieres…”

Tus veintitrés años. Mis casi diecinueve. Descubrir el sexo de verdad contigo. No creer que se pudiera ser más feliz. Pero, pronto, las sombras. Nuestros distintos ritmos vitales. Mis porros. Tus recriminaciones. Tus ganas de establecerte. Mis ganas de divertirme. Tus deseos de ser madre. Los míos de vivir la vida sin ataduras. Ir a ver pisos por complacerte. Elegir frigoríficos. Mis largas desapariciones sin avisar ni dar noticias. Discutir por chorradas. Pero, al final, siempre el sexo arreglándolo todo.

Las últimas vacaciones juntos. Antes fueron Viena, París y más ciudades  que no recuerdo. Un mes antes mi frase gloriosa. “Sólo he follado este agosto contigo porque no tenía otra cosa en la que ocuparme.” Aun así, primera semana de octubre, rumbo a Tenerife. Una semana en la que apenas salimos de la habitación. Y en el avión de vuelta empezaste a esbozar la despedida.

La última noche que te llevé a trabajar. Unos besos, unas caricias, una frase. “Tú sí que me quieres de verdad…” La última vez que nos vimos. Atar cabos tiempo después. Sé que me lo merecía.

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