sábado, 25 de junio de 2011

EL REGALO

Hace unos años, exactamente el 7,3170% de los que tenía en aquel momento y el 6,6667% de los que voy a cumplir en pocos días, la vida me sorprendió poniendo un regalo ante mis ojos. Antes de irse me dijo que era el regalo el que elegía a su propietario.

El regalo tenía uno de los envoltorios más bellos y fascinantes que yo había visto hasta ese instante. Receloso como soy, pensé que la belleza del embalaje escondía un feo interior.

Pasamos tiempo el regalo y yo observándonos, sin decirnos palabra. Éramos de mundos distintos.

Un día decidí acercarme a él y atreverme a deshacer el nudo del lazo que tenía como colofón. Me gusta pensar que me agradeció que le liberara de la atadura.

Con el tiempo, osé despojarle del papel y abrir la tapadera. Y…, lo que vi era aún más hermoso que el exterior. Nunca se me había pasado por la cabeza que en un solo recipiente cupieran tantas cosas buenas.

Hoy, aún recuerdo las palabras de la vida cuando presentó el regalo ante mis ojos: “Será de quien quiera ser.” Sé que es imposible que sea para mí. Pero nunca pierdo la esperanza de que los imposibles, éste sobre todo, se conviertan un día en posible y me reclame a su lado.

martes, 21 de junio de 2011

QUÉ SABRÉ YO

Y qué sabré yo si sus noches son como las mías, con lágrimas que empapan la almohada, si sus sueños ya son sólo pesadillas. Qué sabré yo si todos los días amanece para ella o son una noche perpetua como me sucede a mí. Cómo puedo saber si es su depresión que ha vuelto lo que grita su sonrisa al vernos o, realmente, es su sonrisa. Qué sabré yo de acortar este universo infinito de menos de un metro que se interpone entre nosotros. Qué sabré yo si somos capaces de ver el sol cayendo sobre el asfalto de la misma manera. Qué sabré yo de sus idas y venidas, de mi rabia, de los abrazos vacíos, de los besos al aire. Que sabré yo de ella si cuando me pide flores nunca sé dónde encontrarlas y siempre vuelvo con las manos vacías, porque nunca he entendido que no me pide flores sino gestos. Y qué sabré yo si al final de su mirada se adivina lo mismo que se sabe en el fondo de la mía. Qué sabré yo si ella también tiene un nudo en la garganta esperando encontrarse con el mío.

lunes, 20 de junio de 2011

CICATRICES

Muestro, ufano, todas mis cicatrices. Las de las rodillas de cuando intenté aprender a montar en bicicleta sin conseguirlo. El rastro de la quemadura en el brazo de cuando empecé a cocinar. La que cruza mi frente del primer día que hice rappel…

Pero de las que más orgulloso me siento son de aquéllas que no se ven. Las que llevo dentro de mí. Las que me recuerdan un tiempo que ya ha pasado para mí. Las que me duelen porque ya no volverá a haber momentos como esos. Las que me dicen que un día amé y fui amado.

domingo, 19 de junio de 2011

Y ASÍ TODAS LAS NOCHES

Cada mirada era una promesa de un nuevo desafío. Cada palabra, una nueva amenaza. Tras cada gesto, el sonido inconfundible de una mano estrellándose contra un cuerpo, cada vez más doloroso sobre los huesos ya rotos y la carne abierta. Después, los lamentos, el no lo volveré hacer. El ocultarse de la gente para que no vieran las huellas de tu amor en mí. Y, otra vez, mi perdón.

viernes, 17 de junio de 2011

LO MALO. LO PEOR.

Lo malo no fue el final, el adiós, la despedida. Lo peor es seguir viéndote en cada espalda, adivinarte en otras sonrisas, creer oírte en otros susurros, no poder evitar nuestros gemidos retumbando entre mis sienes.

Lo malo no fue saber exactamente en qué momento dejé de quererte. Lo peor fue saber que tú nunca te enamoraste de mí.

Lo malo no fue hacer las maletas. Lo peor fue darme cuenta de que nunca tuviste intención de deshacer las tuyas.

Lo malo no fue intentar acostumbrarme a vivir sin ti. Lo peor es este sentimiento de vacío eterno, de estar desterrado, para siempre, para todos, en el olvido.

Lo malo no es seguir el camino solo. Lo peor es estar vivo.

martes, 14 de junio de 2011

EL VIAJE ES EL CAMINO

El viaje es el camino. Y, a la vez, la meta. He estado tan ciego que no he sabido verlo. Todo este tiempo no he necesitado el sol ni compañía para hacer el viaje. Me movía mejor en la oscuridad, en la soledad. En el silencio. No haciendo partícipe a nadie del sufrimiento. Aunque dicen que compartido es más llevadero.

Si en todo este tiempo no me he vuelto loco es porque tú me ayudabas a recuperar un poco de paz mental, aunque permanecieras sorda a mis exhortaciones de amor y nunca quisieras probar su resistencia. ¡Tantas veces te supliqué que trataras de hacerlo!

Me gustaría pensar que todo tu tiempo sirvió de algo. Que todo ha cambiado. Que por fin hay un lugar donde quedarme. Pero si lo miras desde el lado en el que yo estoy, verás que todo sigue igual. Que de ninguna jodida manera hay cambios. Que nunca los va a haber. Que nunca encontraré un lugar para quedarme.
Lo único que realmente me importa es que tú estés bien. Si es así yo recogeré mis cosas, dejaré mis llaves en el recibidor y seguiré mi viaje.
El viaje es el camino. Y, a la vez, la meta.

viernes, 10 de junio de 2011

Y POR QUÉ NO…

Y por qué no intentamos
mirarnos fijamente a los ojos,
aguantarnos la mirada
y ver que sólo nosotros nos reflejamos en ella.
Que somos nosotros nuestros horizontes,
que más allá de nosotros sólo hay olvido.

Y por qué no jugamos
a conocernos de nuevo,
a hacer que nos encontramos, como desconocidos,
en nuestro paseo diario
y nos entregamos al delirio
de seducirnos otra vez.

Y por qué no nos decidimos
a pegar el salto,
a salvar el pequeño abismo
que interponemos para no dañarnos,
si lo peor ya lo vivimos
y la vida y nosotros nos debemos la alegría.

Y por qué no dejamos
de encontrar el inmenso frío
al alargar el brazo en la oscuridad,
de mirar el desierto del lado vacío
de nuestras camas,
y nos decidimos a llenarlo.

Y por qué no hacemos todo esto
si a mí me basta con quererte
y a ti saber que cuando te llegue el momento
yo sabré dar un paso al costado.
Porque para mí es suficiente
que tú seas feliz para serlo yo.

domingo, 5 de junio de 2011

EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE MI VIDA

Todos con los que he hablado en estos dos últimos días me dicen que los tiempos tienen que cambiar pero que tengo que poner de mi parte para que cambien más deprisa.

De todos con los que he hablado, me quedo con tres personas. L., al decirle que le debo la vida, me contestó que la vida me la debo a mí mismo. T. que no voy a recuperar lo no vivido, pero que no rechace lo que me vaya a ofrecer la vida, que no me pierda más cosas por la forma de pensar que he tenido hasta ahora. E. que ahora es hoy y hoy es el primer día del resto de mi vida y que sea feliz.
  
Sé que los tres tienen razón. Pero ¿cómo se hace para reencontrarse a uno mismo y reconocer al que un día fui? ¿Cómo se olvida de un plumazo todo el sufrimiento de estos años? ¿Cómo se dejan atrás los miedos? ¿Cómo se hace para no temer quedarme a solas con alguien, que deje de necesitar testigos? ¿Cómo se hace para rescatar la sonrisa que ha desaparecido hasta de las fotografías antiguas? ¿Cómo se recupera la capacidad de volver a sentir algo especial por alguien que crea especial y descubrir que ese alguien es alguien en quien se puede confiar? No digo que no me vaya a hacer sufrir, es algo que asumo. Lo que quiero decir es que no me vuelva a hacer pasar por algo parecido a lo que ya he pasado.

No tengo respuestas para todas las preguntas. No sé si me acercaré de lejos a ser el que era. No sé si se olvida el sufrimiento. No sé si se pierde el miedo. No sé si volveré a sonreír. Es algo que prometo intentar.

Pero sí sé que me he negado, para siempre, la capacidad de sentir algo especial por alguien que crea especial.

A pesar de eso, sé que nunca he dejado de esperar a esa persona y tengo el presentimiento de que algún día, el más inesperado, aparecerá y yo la reconoceré. Y cuando esto ocurra no saldré huyendo ni me sepultaré bajo litros de alcohol.