lunes, 30 de mayo de 2011

EL INCENDIO

Constantemente inconstante.
Perturbadoramente imperturbable.
Yo inicié el incendio.

 Fríamente ardiente.
Desdeñosamente amable.
Tú avivaste las llamas.

Indecorosamente pudorosos.
Candorosamente obscenos.
Carbonizados en una pasión imposible.

domingo, 29 de mayo de 2011

NUESTRAS ÚLTIMAS VISIONES

Antes de que estalle la última batalla que nos barrerá a todos, saldré a las calles a buscar el último regalo que te haré. Así, lo último que veremos los dos serán esas cosas que tanto nos gustan. Tú, tus flores preferidas, esas de mil colores. Yo, a ti.

sábado, 28 de mayo de 2011

1:27 A.M.

Hay quien se enamora perdidamente y a primera vista. Otros, como es mi caso, nos vamos enamorando de manera gradual, pensando mucho si la cosa va a funcionar e, incluso, si va a merecer la pena.
Uno no escoge el momento de enamorarse. Ni siquiera la persona. Todo es pura casualidad. Un día te cruzas con alguien por la calle. Otro día coincides con ella comprando el pan. Y así hasta que un día terminas compartiendo un café de una hora. Y empiezas a acumular recuerdos que, vagamente, puedes ubicar en una fecha o en una hora concreta.
1:27 a.m. Esa es la hora de nuestro primer beso. Fue algo increíble. ¿Por qué estoy tan seguro de que esa era la hora? Quité la pila del reloj para que la hora quedase congelada para siempre, para conservarla. El minuto exacto de esa primera vez que me besaste está metido en un reloj. Desde entonces, nunca sé qué hora es, pero me ha dejado de importar.

viernes, 27 de mayo de 2011

ACOSTUMBRARNOS

Tenemos que ir acostumbrándonos a la vida sin nosotros. A aprender a separar nuestro conjunto. A volver a ser conjuntos de un solo elemento.
Tenemos que reprogramarnos para pensar en uno solo. A olvidar lo que fuimos.
Tendré que acostumbrarme a no volver a ver los amaneceres en tu espalda. A perder la luz de tu presencia.
Tendrás que acostumbrarte a vivir sin mis dudas. A dejar de estar en mis versos.
Tenemos que acostumbrarnos a la distancia de la cercanía. A la repulsión de dos polos iguales. A la fuerza centrífuga.
Tenemos que ir acostumbrándonos a la soledad de un segundo. De un segundo que será eterno.

jueves, 26 de mayo de 2011

LO QUE NO DEBERÍAS SABER DE MÍ. LO QUE NO TENDRÍA QUE CONTARTE

Es en estas madrugadas en las que entablo una lucha desigual con el insomnio, sentado ante la pantalla del ordenador, cuando pienso en la pregunta que me hiciste y cuando me entran ganas de contestarte –quizá porque no estás frente a mí-, aunque sabes que no me gusta hablar de mí  y que ya sabes casi todo de mí. Así que no sé qué más quieres que te cuente.

Ya debes de haberte dado cuenta que soy tan mezquino como el ser humano más mezquino, pero, aún así, siempre estoy dispuesto a dar un abrazo protector a quien lo necesite aunque el que verdaderamente necesite ser consolado y protegido sea yo. Sabes que, en el fondo, tengo buen corazón. Que en noches como esta me apetece estar solo y que nadie vea que yo también lloro. Que enseguida me ablando. Que soy papel de fumar con quien debería haber sido de acero y al contrario.

No me gusta hablar de mí. Si tuviera que pintarme sería un diminuto punto negro sobre fondo negro. Ya sabes que siempre paso desapercibido. Que no dejo rastro en nadie, como tampoco lo dejaré en ti. Dejará más huella en vosotros una brisa ligera de un amanecer de primavera que todas las horas que hayamos pasado juntos. No pienses que no. A ti te pasará lo mismo.

No me hace bien hablar de mí, en noches como ésta sé que me conformo sólo con respirar. A veces trato de recordar la última vez que alguien me amó de verdad, sinceramente, pero llego a la conclusión de que ese alguien sólo existió dentro de mí.

Yo no deseo hablar de mí, pero he llegado a la conclusión de que estos últimos años he estado viviendo mi vida sin mí, protegiéndome de miedos y traumas quizás irracionales, pero eran mis miedos y mis traumas. He estado tan escondido de mí que me horroriza quitarme la barba y que el que me mira desde el espejo me pregunte dónde está el que era yo. Y ya no tengo esa respuesta.

No me gusta hablar de mí. Del pánico que tengo a los múltiplos perfectos de dos, sobre todo al treinta y dos. Ni de mi falta de valor como aquella vez que bajando Puerto Mínguez hundí el pie en el acelerador esperando que fallaran los frenos y el coche se despeñara y todo acabara por fin. Nunca lamentaré bastante mi cobardía.

No sé hablar de mí. Pero si hablo de ti, de nosotros, acaso entendieras todo algo más. Yo vine aquí buscándote. Te di mil copias de las llaves de las puertas que daban acceso a mí y, acto seguido, cambiaba las cerraduras, hasta que decidí blindarme y fundir la única llave que había para quedarme encerrado para siempre.

No tendría que hablar de mí, que decirte todo esto. Que envidio a los charcos porque un día fueron parte de alguno de los mares que han tocado tu cuerpo. Que cuando pienso en ti aparece un atisbo de ilusión en mis ojos y río; río como hace tiempo que no lo hago porque tú has sido causante de los únicos momentos que han merecido la pena en estos últimos años. Que mi bandera es del color de tu ropa interior. Que mi himno son tu voz y tu risa. Que mis límites son tus caderas. Que las únicas montañas que quiero escalar están en tu cuerpo. Por eso comprendo rápidamente la razón por la que quiero marcharme y por qué antes de irme ya estoy deseando volver.

No debería hablar de mí, reconocer que rechacé todas las oportunidades que me ofreciste, porque volvían a aparecer mis miedos entre llamadas inoportunas a deshoras y citaciones judiciales, y corría a sepultarme en litros de alcohol para que nada sucediera entre nosotros, arruinando noches que podrían haber sido perfectas. Y no hay nada que haya deseado más en todo este tiempo, que fuera tu azul lo último que viera al cerrar mis ojos y tu melena despeinada lo primero al despertarme. Que me dedico a escribirte las mejores palabras de las que soy capaz pero no tengo coraje para decírtelas. Ahora sé, cuando estoy preparando mi última huida, que podríamos haber sido felices de haber cerrado yo la puerta a todo eso y tú haber tenido un candado. Pero siempre he sabido que no merezco la pena. Que a mi lado caminan la mala suerte y el dolor. Que no soy recomendable como compañía. Que cuanto más quiero a alguien más daño soy capaz de infligirle. Y a ti te quiero sin medida. Te quiero de mil maneras distintas. En MAYÚSCULA, en minúscula, en negrita, en cursiva, te quiero con avaricia, te quiero con avaricia, te quiero con pudor, te quiero con desvergüenza, te quiero sin descanso, hasta quedarme sin aliento…
No me gusta hablar de mí, ni de ti. Pero antes de separarnos para siempre, quiero que sepas que tú volviste a hacer brotar en mí sentimientos que creía imposible recuperar, que ayudaste a que volviera a renacer mi sonrisa, que fuiste la causa de que el vértigo volviera a aparecer en mi estómago según se acercaba la hora de verte.

No quiero volver a hablar de mí. Ahora que siento que estoy casi completo, sé lo malo que va a ser volver a reencontrarme con el vacío que me va a causar la distancia que voy a poner entre nosotros, que nada ni nadie podrá llenar nunca.

Nunca he sabido hablar de mí. Nunca he hablado de mí. Nunca más voy a volver a hacerlo.

LO QUE NO DEBERÍAS SABER DE MÍ. LO QUE NO TENDRÍA QUE CONTARTE

Es en estas madrugadas en las que entablo una lucha desigual con el insomnio, sentado ante la pantalla del ordenador, cuando pienso en la pregunta que me hiciste y cuando me entran ganas de contestarte –quizá porque no estás frente a mí-, aunque sabes que no me gusta hablar de mí  y que ya sabes casi todo de mí. Así que no sé qué más quieres que te cuente.

Ya debes de haberte dado cuenta que soy tan mezquino como el ser humano más mezquino, pero, aún así, siempre estoy dispuesto a dar un abrazo protector a quien lo necesite aunque el que verdaderamente necesite ser consolado y protegido sea yo. Sabes que, en el fondo, tengo buen corazón. Que en noches como esta me apetece estar solo y que nadie vea que yo también lloro. Que enseguida me ablando. Que soy papel de fumar con quien debería haber sido de acero y al contrario.

No me gusta hablar de mí. Si tuviera que pintarme sería un diminuto punto negro sobre fondo negro. Ya sabes que siempre paso desapercibido. Que no dejo rastro en nadie, como tampoco lo dejaré en ti. Dejará más huella en vosotros una brisa ligera de un amanecer de primavera que todas las horas que hayamos pasado juntos. No pienses que no. A ti te pasará lo mismo.

No me hace bien hablar de mí, en noches como ésta sé que me conformo sólo con respirar. A veces trato de recordar la última vez que alguien me amó de verdad, sinceramente, pero llego a la conclusión de que ese alguien sólo existió dentro de mí.

Yo no deseo hablar de mí, pero he llegado a la conclusión de que estos últimos años he estado viviendo mi vida sin mí, protegiéndome de miedos y traumas quizás irracionales, pero eran mis miedos y mis traumas. He estado tan escondido de mí que me horroriza quitarme la barba y que el que me mira desde el espejo me pregunte dónde está el que era yo. Y ya no tengo esa respuesta.

No me gusta hablar de mí. Del pánico que tengo a los múltiplos perfectos de dos, sobre todo al treinta y dos. Ni de mi falta de valor como aquella vez que bajando Puerto Mínguez hundí el pie en el acelerador esperando que fallaran los frenos y el coche se despeñara y todo acabara por fin. Nunca lamentaré bastante mi cobardía.

No sé hablar de mí. Pero si hablo de ti, de nosotros, acaso entendieras todo algo más. Yo vine aquí buscándote. Te di mil copias de las llaves de las puertas que daban acceso a mí y, acto seguido, cambiaba las cerraduras, hasta que decidí blindarme y fundir la única llave que había para quedarme encerrado para siempre.

No tendría que hablar de mí, que decirte todo esto. Que envidio a los charcos porque un día fueron parte de alguno de los mares que han tocado tu cuerpo. Que cuando pienso en ti aparece un atisbo de ilusión en mis ojos y río; río como hace tiempo que no lo hago porque tú has sido causante de los únicos momentos que han merecido la pena en estos últimos años. Que mi bandera es del color de tu ropa interior. Que mi himno son tu voz y tu risa. Que mis límites son tus caderas. Que las únicas montañas que quiero escalar están en tu cuerpo. Por eso comprendo rápidamente la razón por la que quiero marcharme y por qué antes de irme ya estoy deseando volver.

No debería hablar de mí, reconocer que rechacé todas las oportunidades que me ofreciste, porque volvían a aparecer mis miedos entre llamadas inoportunas a deshoras y citaciones judiciales, y corría a sepultarme en litros de alcohol para que nada sucediera entre nosotros, arruinando noches que podrían haber sido perfectas. Y no hay nada que haya deseado más en todo este tiempo, que fuera tu azul lo último que viera al cerrar mis ojos y tu melena despeinada lo primero al despertarme. Que me dedico a escribirte las mejores palabras de las que soy capaz pero no tengo coraje para decírtelas. Ahora sé, cuando estoy preparando mi última huida, que podríamos haber sido felices de haber cerrado yo la puerta a todo eso y tú haber tenido un candado. Pero siempre he sabido que no merezco la pena. Que a mi lado caminan la mala suerte y el dolor. Que no soy recomendable como compañía. Que cuanto más quiero a alguien más daño soy capaz de infligirle. Y a ti te quiero sin medida. Te quiero de mil maneras distintas. En MAYÚSCULA, en minúscula, en negrita, en cursiva, te quiero con avaricia, te quiero con avaricia, te quiero con pudor, te quiero con desvergüenza, te quiero sin descanso, hasta quedarme sin aliento…
No me gusta hablar de mí, ni de ti. Pero antes de separarnos para siempre, quiero que sepas que tú volviste a hacer brotar en mí sentimientos que creía imposible recuperar, que ayudaste a que volviera a renacer mi sonrisa, que fuiste la causa de que el vértigo volviera a aparecer en mi estómago según se acercaba la hora de verte.

No quiero volver a hablar de mí. Ahora que siento que estoy casi completo, sé lo malo que va a ser volver a reencontrarme con el vacío que me va a causar la distancia que voy a poner entre nosotros, que nada ni nadie podrá llenar nunca.

Nunca he sabido hablar de mí. Nunca he hablado de mí. Nunca más voy a volver a hacerlo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

UNA OBVIEDAD

Que te quise es una obviedad. Aún recuerdo cómo me sudaban las manos cuando me acercaba a ti. Que te sigo queriendo es indudable. Ya ves que me sigo ruborizando cada vez que estoy contigo. Que te voy a querer siempre es irrenunciable. Todos mis poros gritan tu nombre y, de tanto gritarlo, van a terminar haciendo que quede grabado para siempre en toda mi piel.

martes, 24 de mayo de 2011

LOS RECUERDOS QUE ME LLEVARÉ

La alegría al oir tus pasos de madrugada al llegar a casa.
La luz azul de tu mirada iluminando mis días.
La brisa de tus golpes de melena.
Lo bien que suena tu nombre en mi cabeza,
el buen sabor que deja en mi boca al pronunciarlo.

LOS RECUERDOS QUE TE DEJARÉ

Los abrazos suspendidos en el aire.
Los besos que nunca llegaron.
Las caricias perdidas en mis bolsillos.
Las palabras que te escribí.
Las que nunca te dije.
Mis miradas al suelo por no mirarte a los ojos.
Un rastro de esperma tan frío, tan seco,
tan muerto, entre tus muslos.
Las llamadas que nunca te hice.
Las que nunca contesté.
Mi insondable vacío.
Lo único que supe darte.

lunes, 23 de mayo de 2011

NO HABRÁ MÁS FIESTAS

Oscuridad.
Eco de tacones acercándose.
Tu azul.
Tus lágrimas como un puñalito de oro
clavándose hasta treinta y dos veces
en el pecho.
Un bulto en el callejón,
abandonado entre la basura.
Por las alcantarillas se pierde la sangre,
se escapa mi vida.

sábado, 21 de mayo de 2011

DEVENIR

Tú y yo.
Desnudos en medio de aquel gélido febrero
adelantando primaveras cada noche
en nuestra azotea,
                               asustando a los insectos
que, cobardes y recelosos, no se acercaban
por miedo a morir en nuestro fuego.

Tú y yo.
Buscando bajo los adoquines de ese mayo
que estuvo a punto de ser tan nuestro,
retazos de una luna llena tan
envidiosa,
siempre amenazando con el olvido,
atenuando su brillo para que no nos encontráramos.

Tú y yo.
Yo rompiendo la magia de un agosto ya sin azoteas,
borrando los colores de los abanicos
que guardaban entre sus varillas
tu promesa de volver cada noche.

Tú y yo.
Contemplando tras las ventanas
cómo transcurría el septiembre que nunca nos perteneció,
pero que dejó marcado para siempre en mi memoria
la suavidad de tu piel,
su aroma,
con la misma fuerza que mis dedos
aún guardan recuerdo de tu humedad.

Octubre es un mes que nunca existió en nuestros corazones,
para nosotros la vida siempre comenzó en noviembre.

Recuerdo aquel año, tan par, tan cruel, tan perfecto,
al que estuvimos a punto de robarle diciembre
y hacerlo nuestro para siempre.

viernes, 20 de mayo de 2011

SOÑAR

Nunca he soñado. O, al menos, nunca he recordado mis sueños. No he tenido sueños en los que yo era feliz. Me he limitado a aceptar las migajas que la vida tenía a bien regalarme cuando se acordaba de que ocupaba un lugar en el mundo. Nunca he alzado la voz contra ello. Me bastaba un libro o una película japonesa sobre cómo hacer sopa de miso para pasar mis horas y sosegar mi espíritu.
Nunca he acudido a una protesta, a una manifestación; me dan miedo los insectos y perecer aplastado por la multitud. El caso es que hay veces que llego a pensar que cada vez estoy más cerca de lo que quiero, pero cerca es aún demasiado lejos. Quiero decir que cada paso que doy me aleja más de ti y no me deja ni el recuerdo. Aunque lejos y cerca son, a veces, algo relativo.
Nunca he soñado. Creo que no sé soñar. Nadie perdió parte de su tiempo en enseñarme. Sé que soñar contigo no es soñar; es recordar que un día mi cuerpo estuvo enredado entre tus piernas, que mis labios se perdieron entre los tuyos. Es añorar tu espalda al levantarte. Es no olvidar la forma en que me miraste cuando me pediste, en nuestra azotea, que no dejara de amarte.

jueves, 19 de mayo de 2011

NO HAY ESCAPATORIA (HUIR DE TI ES UNA QUIMERA)

Recorrí todas las calles de la ciudad soñada
contigo.
Perdido el miedo al dolor,
al ritmo que tú marcabas
yo me dejaba llevar.
Me arrastré por todos
los recovecos de tu corazón
que un día se reveló inextricable.
Tus distinciones,
nuevos y más refinados desaires.
Yo,
el primero de tu cohorte de admiradores,
persiguiéndote todos los amaneceres
hasta mi total degradación,
con la esperanza de que me dedicaras
una mirada o,
solo,
más desdén con el que conformarme,
en lugar del vacío al que me condenaste.
                                                               Ahora,
recorro en soledad las calles
de otra ciudad, cada vez menos extraña,
pero que nunca sentiré como mía.
Aquí
no están tus francotiradores
apostados en cada esquina
provocándome lunes de tormenta,
No disparan recuerdos
aquí donde
estoy.
Pero nunca escampa los martes.
Hay antenas de telefonía
y la función de vibración activada en mi móvil.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Y, SINO, LA MUERTE

Valor.
Para olvidarme de ti.
Para no pensarte.

Valor.
Para no soñarte.
Para no verte más.

Valor.
Para no extrañarte.
Para no amarte.

Valor.
Y, sino, la muerte.

martes, 17 de mayo de 2011

NUEVA OPORTUNIDAD

¿Por qué no olvidamos que nos conocemos,
nuestros pasados, nuestro presente,
y hacemos que comenzamos de cero?

¿Por qué no olvidamos que una vez
hubo otros labios sobre los nuestros
y otras manos que hicieron vibrar nuestros cuerpos?

¿Por qué no borramos nuestros recuerdos
y acudimos a una nueva primera cita
con la memoria virgen como recién nacidos?

¿Por qué no nos decidimos a saltar a ese tren
que divisamos en nuestro horizonte
y nos damos la oportunidad de llenar
                                                   este vacío
en que se están convirtiendo nuestras vidas?

lunes, 16 de mayo de 2011

EN LA DESPEDIDA

Antes de despedirnos, con el último beso de esta noche, permíteme un consejo: No te enamores de mí, no valgo la pena. No soy recomendable para nadie y menos para ti. No estoy programado para dar amor. Sólo devuelvo dolor por cada caricia que recibo.

domingo, 15 de mayo de 2011

AQUELLA NOCHE



Quizás aquella noche estabas cargada de razón. Quizá tuvimos que acabar la noche juntos. Quizá tenía que haber respondido a tus besos. Quizá tenía que haberte follado y vaciarme dentro, contra, en, sobre y de ti. Quizá así hubiera encontrado sentido a tu estúpida frase de despedida, esa que ya no voy a permitir que  siga martirizándome, porque, por fin, estoy comenzando a entenderte, a conocerme, respetarme y a sentir por mí algo parecido al cariño.

viernes, 13 de mayo de 2011

UNA DE CAL Y UNA DE ARENA

LA DE ARENA (LA QUE SE VA)
Tu verde que ha teñido de negro mi vida. Tus interferencias. Mis ganas de que guardes silencio. Mi miedo, tu alimento. Tu cielo que fue mi infierno. Saber que estás ahí. Apretar los ojos con la esperanza de que al abrirlos hayas desaparecido. Tu sensación de que quedó algo pendiente entre nosotros. Mi certeza de saber que lo único pendiente es que alguien me recuerde que no soy como tú.



LA DE CAL (LA QUE HA DE LLEGAR)
Llegarás sin avisar, como siempre ocurren estas cosas, provocándome el placer del deseo de amarte. Llenarás el hueco de mi abrazo y, poco a poco, se acostumbrará tu cabeza a mi latido. Me empaparás de vida, sí, de buena vida, en cada uno de nuestros encuentros. Te vestiré de diosa con todos los besos que he guardado sólo para ti. Trazaré nuevas rutas, caminos impensables, en el mapa de tu cuerpo. Harás realidad mis sueños. Llevo toda mi vida soñándote. Al despertar habrás hecho desaparecer todos mis fantasmas. No dejarás en mí recuerdos de nadie. ¿Te quedarás para siempre?


miércoles, 11 de mayo de 2011

EL BARCO

Mi barco que se está hundiendo
y yo sin saber nadar.
Que nadie me lance un cabo,
que yo quiero naufragar.

Que llegue pronto otra tormenta
que haga mi vida zozobrar,
que quiero hundirme en las procelosas aguas
de la conjugación del verbo amar.

martes, 10 de mayo de 2011

ESTA NOCHE NECESITO TU PAZ

Sé que difícilmente, ni siquiera en mis días menos malos, soy buena compañía. Hoy menos que nunca. Pero déjame quedarme esta noche acurrucado tras el brillo azul de tus ojos. Prometo no moverme para no despertarte y velar tu sueño. Déjame quedarme a dormir esta noche a tus pies. Prometo que no vendrán tus pesadillas a visitarte. Déjame pasar la noche abrazado a ti, sólo necesito la paz que únicamente tú sabes darme. Prometo que no habrá nadie más que tú en todos mis sueños.

domingo, 8 de mayo de 2011

VÍSPERA DE REYES (NOCHE SIN REGALOS)

Hoy he vuelto a recorrer los lugares donde soñé que te amaba,
y sólo he visto, entre caras de niños ilusionados,
la sombra de mi fantasma con la sonrisa borrada.

Hoy he vuelto a recorrer los lugares donde soñé que te amaba,
y a pesar de haber desterrado de mí tus caricias y tu tacto,
he sentido que tus labios me rozaban.

Hoy he vuelto a recorrer los lugares donde soñé que te amaba,
y con los ojos arrasados por el llanto,
una copa de despedida en nuestra última playa.

Hoy he vuelto a recorrer los lugares donde deseé que me amaras.

sábado, 7 de mayo de 2011

TODOS MIS MUERTOS. ALGUNOS DE MIS VIVOS

He olvidado el nombre de todos mis muertos. Incluso de los más recientes. No recuerdo sus nombres, sus caras, sus voces, sus risas, sus gestos. Los he olvidado por completo. Ojalá pudiera hacer lo mismo con alguno de mis vivos. Hacer que desaparecieran para siempre.  

jueves, 5 de mayo de 2011

TU NOMBRE (SABER QUE EXISTES) ENVENENA MIS SUEÑOS

Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena  mis sueños.
 
Envenenas mis sueños. Como en los versos de Cernuda, pero no por la misma razón. Yo no te echo de menos. No sólo es tu nombre lo que envenena mis sueños. Es saber que existes. Me envenenas sobre todo cuando no duermo. Eres tú.  Es tu recuerdo y lo que provoca. Es cuando de pronto apareces, como siempre, sin avisar. El pánico siempre que suena el teléfono. Y, de nuevo, vuelves a ser tú. No encuentro forma de librarme de ti. He visitado a infinidad de psicólogos y psiquiatras sin que ningún tratamiento haya podido extirparte de mi vida. Hasta hoy. Alguien me ha dado la dirección de un médico de confianza, aunque suspendido por mala praxis médica. Me ha dicho que el medicamento que me va a recetar "sólo necesita una toma para acabar con el problema. Es 100% efectivo. Nunca he tenido queja o reclamación de ninguno de los pacientes que he tratado. Sólo de algún familiar algo apocado." . Me ha entregado un paquete con su correspondiente prospecto. Dice así:

"MODO DE USO.
1º Asegúrese de que no haya nadie a su alrededor cuando vaya a proceder a iniciar el tratamiento.
2º Cargue el arma.
3º Quite el seguro.
4º Apoye el arma sobre su sien derecha, izquierda en caso de ser zurdo/a.
5º Apriete el gatillo.
EFECTOS SECUNDARIOS
Grandes manchas de sangre en el lugar donde administre este medicamento. Altas posibilidades de aparición de masa encefálica en paredes, suelos y techos."

Antes de salir de la consulta me ha asegurado el doctor que no oiré el ruido. Que a partir de ese momento no habrá nunca más ruido, ni miedo, ni veneno. Y que volveré a estar en paz. Para siempre.

¿Qué ha de decir un muerto?

miércoles, 4 de mayo de 2011

COSAS QUE QUEDARON (Y SIEMPRE QUEDAN) PENDIENTES

Miles de besos atrapados en la punta de nuestras lenguas.
Infinidad de caricias prisioneras en las yemas de los dedos.
Los últimos “te quiero” que morirán en mi boca por este pudor mío malentendido.
Litros de sudor que no empaparán nuestras sábanas.
Todos los libros que no leeremos juntos.
Cientos de poemas en los que ya no estarás.
Los atardeceres, hasta el fin del mundo, junto al Ángel Caído que no veremos.
Una bolsa de patatas fritas y dos jarras de cerveza bien fría que no tomaremos en El Mirador.
Tantas y tantas ciudades que debimos conocer.
Cierro la maleta.
El tren no espera…
La vida tampoco.

martes, 3 de mayo de 2011

ESCRIBIR. VIVIR.

Uno, en estas tardes de lunes con sabor a domingo, vuelve a pensar que sólo escribe cuando las cosas le duelen. Cuando se le retuercen en las tripas hasta llegar a provocarle un dolor físico. Sólo uno que está muy solo, en las madrugadas que es preso del insomnio, se pone delante del ordenador a teclear su tristeza por si alguien llega a leerle y, de alguna manera, lo que dice sirve para consolar al lector igual que a él le sirve para hacer el exorcismo diario que le ayuda a dejar parte del lastre que le supone su desolación. Y, es en estas ocasiones, cuando todo lo que se escribe sale a borbotones y no se preocupa de darle ni forma ni estilo. A puro grito escribe. Creo recordar que, delante de un gin tonic, se lo dije a ella.
-Sólo escribo cuando estoy triste. Y no necesito una batería de canciones tristes para ayudarme.
-Pero también serás feliz en ocasiones. ¿Qué haces cuando eres feliz?
-Cuando estoy triste, escribo. La felicidad no se escribe…,  la felicidad la vivo contigo.

lunes, 2 de mayo de 2011

COMO TODOS LOS DÍAS

6:17 a.m. Suena el despertador. A la misma hora, como todos los días. Me levanto rápido, no me gusta remolonear en la cama, no vaya a ser que vuelva a dormirme. Enciendo el primer cigarrillo, como todos los días, mientras preparo café. Echo un vistazo al teletexto y al canal 24 horas, quiero saber qué ha pasado mientras volvían mis pesadillas. Procedo a efectuar el ritual de mi higiene personal: afeitado, limpieza de dientes y ducha mientras escucho música en la radio. Salgo de casa corriendo hacia el metro. Transbordo en Pacífico y otro en Nuevos Ministerios. Llego al trabajo. Aguanto los tres primeros clientes con la mejor de mis sonrisas. El cuarto ya empieza a ponerme nervioso. Con el siguiente no puedo más y exploto. Salgo a la calle. Es posible que otro cigarro calme mis nervios. Tomo un café. El cuarto y último antes de comer, como todos los días. Cerramos la tienda. Vamos los tres a comer. Café, partida de dominó y cigarrillo. La misma rutina de todos los días. Las mismas barbaridades a las camareras. Volvemos al trabajo. Hacemos caja. Otro día más que cuadra a la primera. Ceno algo frío y ligero. Miro, sin escuchar, la televisión. Hago que leo. Limpieza de dientes, crema exfoliante e hidratante. Como todas las noches. La ropa doblada. Me meto en mi cama vacía. Como toda la vida. Intento conciliar el sueño. Con la esperanza puesta en no despertar, muero para volver a renacer mañana. Como todos los días.

domingo, 1 de mayo de 2011

EL PESO DE LOS RECUERDOS

Por momentos se me hace cada vez más insoportable tener dando vueltas, sin parar, todos los recuerdos: lo que fue; lo que no; lo que es; lo que está siendo; lo que nunca será… Por muy bien compartimentados que los tenga, siempre hay alguno que se mueve sacando a la luz uno de los que no querría que salieran. A pesar del daño que pueden llegar a hacerme, siempre me he resistido a expulsarlos fuera de mí, siempre pienso que, por muy malos que sean, en todos hay un rayo de sol que atenúa su dureza. Pero ya es hora de ir soltando lastre. Y ahora, por fin, ya sé por dónde debo empezar.