jueves, 5 de abril de 2012

TARDE DE PROCESIÓN

Recuerdo aquella tarde de abril esperando que apareciera por el extremo de la calle aquel paso procesional, -nosotros, tan descreídos, tan avanzados para todo; tan conservadores, tan amantes de rancias tradiciones en ocasiones como aquella-. Recuerdo tus ojos inquietos, escrutadores, buscando en los míos la pregunta, esa que nunca me atreví a hacer, a tu respuesta. Recuerdo vivamente, tanto que lo vuelvo a notar mientras escribo estas líneas, el temblor de mis manos, de mi voz; la aspereza de mis labios rozando tu oreja izquierda sin que saliera palabra de ellos; el sabor amargo del beso que estrangulé en ellos antes de que  asomara al mundo por miedo a estropear lo que había entre nosotros; mi corazón a mil por hora...

Aún no sé si fui un cobarde o pequé de prudente… Lo que sí podría asegurarte hoy, es que, si volviéramos a vivir un momento así, dejaría que nacieran todos mis besos para que vivieran en ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario