martes, 27 de septiembre de 2011

GIRO INESPERADO (FRAGMENTOS DE UNA CARTA QUE NUNCA ENVIÉ)

¡Hola, amor! A pesar de todo, tú siempre serás mi amor.
Te preguntarás qué ha sido de mí durante todo este tiempo, desde el día que desaparecí sin avisar.
¡Madre mía! Cómo poder explicar a quien tanto se quiso y abandoné sin razones aparentes que, una vez más, me venció el miedo. Que a pesar de todo lo que te quise –y aún te sigo queriendo-, fue el pánico a hacerte daño lo que me llevó a tomar esa decisión. Que yo no estaba destinado a hacerte feliz, sino a llevar sólo dolor a tu vida. Que tú eras demasiado buena para pasar tu vida con un árbol tan torcido como yo.
(…)
Mi vida continúa siendo igual, sólo que en esta Copenhage fría y húmeda. Mi trabajo en la embajada es aún más rutinario que el que tenía entonces.
Al principio me gustó la ciudad. Supongo que era la atracción de la novedad, pero todo termina hartando: el clima a pesar de preferirlo al calor sofocante de nuestra ciudad, las sopas de pan a la cerveza y de guisantes secos, la fritura de manzanas y tocino, las bicicletas. Hasta la Sirenita que siempre ejerció sobre mí una atracción casi obsesiva me parece que ya es el símbolo de mi fracaso personal.
(…)
Dentro de unos días se cumplirá el aniversario de aquel malhadado día. Hace ya… Una vida entera. Aquí se celebra la Vigilia de San Martín. Otra tradición. Ganso asado para comer. Ganso asado tan seco que, junto al nudo que se me forma en la garganta al recordar el día que es, me impedirá tragarlo y tendré que escupirlo.
(…)
Continúo fiel a mis costumbres, haciéndome un tatuaje con cada revés que me da la vida. Algo sabes de eso. La fecha y un motivo alusivo. Esta fecha no la llevo sobre mi piel. La llevo dentro de mí, que es aún peor. Cargar con el error de no haber sabido dejarme querer. Te llevo tan dentro que por muchos años que pasen no podré borrarte nunca.
(…)
Durante todo este tiempo he pensado en volver y buscarte. Darte todo tipo de explicaciones, sabiendo que es casi imposible que alguna te convenciera. Hace poco decidí que, aprovechando la fiesta, volvería a buscarte. Incluso compré los billetes de avión. Tenía ya preparada la maleta con lo imprescindible para pasar estos cuatro días e intentar hablar contigo.
(…)
Hoy he visto tu esquela en la versión impresa de uno de los periódicos que recibimos de casa. Debajo de tu nombre, el haiku que un día te escribí en el reverso de un posavasos de nuestro bar preferido. Por eso escribo esta carta. Para justificarme conmigo. Para decirme que nunca te he dejado de querer. Para decirte lo que nunca me atreví. Para expiar mi peor pecado.
Siempre tuyo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario