Y por qué no intentamos
mirarnos fijamente a los ojos,
aguantarnos la mirada
y ver que sólo nosotros nos reflejamos en ella.
Que somos nosotros nuestros horizontes,
que más allá de nosotros sólo hay olvido.
Y por qué no jugamos
a conocernos de nuevo,
a hacer que nos encontramos, como desconocidos,
en nuestro paseo diario
y nos entregamos al delirio
de seducirnos otra vez.
Y por qué no nos decidimos
a pegar el salto,
a salvar el pequeño abismo
que interponemos para no dañarnos,
si lo peor ya lo vivimos
y la vida y nosotros nos debemos la alegría.
Y por qué no dejamos
de encontrar el inmenso frío
al alargar el brazo en la oscuridad,
de mirar el desierto del lado vacío
de nuestras camas,
y nos decidimos a llenarlo.
Y por qué no hacemos todo esto
si a mí me basta con quererte
y a ti saber que cuando te llegue el momento
yo sabré dar un paso al costado.
Porque para mí es suficiente
que tú seas feliz para serlo yo.
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