domingo, 5 de junio de 2011

EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE MI VIDA

Todos con los que he hablado en estos dos últimos días me dicen que los tiempos tienen que cambiar pero que tengo que poner de mi parte para que cambien más deprisa.

De todos con los que he hablado, me quedo con tres personas. L., al decirle que le debo la vida, me contestó que la vida me la debo a mí mismo. T. que no voy a recuperar lo no vivido, pero que no rechace lo que me vaya a ofrecer la vida, que no me pierda más cosas por la forma de pensar que he tenido hasta ahora. E. que ahora es hoy y hoy es el primer día del resto de mi vida y que sea feliz.
  
Sé que los tres tienen razón. Pero ¿cómo se hace para reencontrarse a uno mismo y reconocer al que un día fui? ¿Cómo se olvida de un plumazo todo el sufrimiento de estos años? ¿Cómo se dejan atrás los miedos? ¿Cómo se hace para no temer quedarme a solas con alguien, que deje de necesitar testigos? ¿Cómo se hace para rescatar la sonrisa que ha desaparecido hasta de las fotografías antiguas? ¿Cómo se recupera la capacidad de volver a sentir algo especial por alguien que crea especial y descubrir que ese alguien es alguien en quien se puede confiar? No digo que no me vaya a hacer sufrir, es algo que asumo. Lo que quiero decir es que no me vuelva a hacer pasar por algo parecido a lo que ya he pasado.

No tengo respuestas para todas las preguntas. No sé si me acercaré de lejos a ser el que era. No sé si se olvida el sufrimiento. No sé si se pierde el miedo. No sé si volveré a sonreír. Es algo que prometo intentar.

Pero sí sé que me he negado, para siempre, la capacidad de sentir algo especial por alguien que crea especial.

A pesar de eso, sé que nunca he dejado de esperar a esa persona y tengo el presentimiento de que algún día, el más inesperado, aparecerá y yo la reconoceré. Y cuando esto ocurra no saldré huyendo ni me sepultaré bajo litros de alcohol.

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