lunes, 7 de mayo de 2012

A VUELAPLUMA (XLVIII)

Siempre supo que era la mujer de mi vida. Nunca me atreví a reconocerlo.

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Lo más terrible de aquella terrible última tarde de abril que nos vimos, fue sentir que ya no sentía nada al verte.

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Quise para nosotros la despedida más hermosa del mundo, sin tristeza. De ninguna manera deseé que el tiempo se hiciera cargo de ello como lo está haciendo.

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Hay caminos que no pueden desandarse, pasos sobre los que no hay que volver. Aunque sepa que lo que dejo atrás es mejor que lo que está por venir.

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