jueves, 22 de marzo de 2012

NO ESTAMOS HECHOS EL UNO PARA EL OTRO

No eres la mujer de mi vida, ni yo el hombre de ninguna.
Pero hasta que nos demos cuenta,
concédeme el privilegio de ser yo al que saques a tus bares las noches de los jueves
que desees mezclarte con los cuerpos sudorosos de los jóvenes danzantes;
apurémoslas enteras, hasta la última gota,
y dejemos que vuelva a funcionar la química en nuestros cuerpos.

No estamos hechos el uno para el otro.
Pero hasta que seamos conscientes de ello,
sigamos fingiendo que nos queremos,
llenando los días, cubriendo vacíos,
susurrándonos canciones, restañando nuestras heridas,
riéndote de mis chistes, alabando tus versos.

No. No sé cómo llegamos a conocernos.
Quizá porque los perdedores estamos condenados a encontrarnos.
Pero aprovechemos el momento para ahogar las penas en el fondo de los vasos,
ahorquemos los malos recuerdos en el árbol del olvido,
arrojemos a la hoguera las vanas esperanzas que nos dieron
aquellos que alguna vez nos prometieron amor eterno.

No debimos ni encontrarnos.
Pero hasta que nos hastiemos el uno del otro,
continuemos abrazándonos las noches sin luna,
acariciando cicatrices, besándonos con furia,
haciendo el amor a deshoras,
arriesgándonos a morir de una sobredosis de almíbar.

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