jueves, 23 de febrero de 2012

NO PUEDO DEJAR DE IMAGINARTE

“Nunca quise tanto a nadie en mi vida.”



En un postrer intento de que las cosas cambien, visito, por última vez, el lugar donde se fabrican los sueños y habitan todos mis anhelos, para realizar mi última ofrenda, para elevar un último deseo. Mientras tanto, esperando ser atendido en mis ruegos, seguiré jugando a imaginarte. A imaginar que la luz se detiene en mí y, por fin, me ves. A imaginar que el lugar de mi vida que quieres ocupar es el centro. A imaginar que el momento y el lugar donde estemos siempre será una fiesta. A imaginar que lo primero que vea todos los despertares que me quedan sea tu pelo revuelto sobre tu cara y tenga que apartarlo para darte el primer beso del día. A imaginar que no necesitaré soñarte porque bastará que alargues tu brazo para tocarme y hacerme saber que ya he encontrado el lugar cálido y seguro que siempre he buscado y en el que quiero quedarme. A imaginar que las yemas de mis dedos conocen todos los caminos que llevan a tu cuerpo al placer. A imaginar que, hasta el último, todos mis días tendrán olor a manzana. A imaginar que tenemos tardes de domingo de palomitas y chocolatinas y que lo de menos sea la película. A imaginarnos saliendo a la calle los días de tormenta esperando que estalle sobre nuestras cabezas y saltar, como colegiales, en los charcos. A imaginarme gruñendo cada vez que tus pies fríos busquen el calor de los míos. A imaginar que dejo de escribirte estas notas porque te susurraré, en nuestro idioma secreto, todas las palabras que inventaré para ti en el duermevela que antecede al sueño. A imaginar que dejo de componer poemas de Adioses y solo escribo de Bienvenidas. A imaginar que nunca volverá a haber tiempo ni distancia entre nosotros. A imaginar que el único dolor que me causes es el que me provoque el no poder parar de reír cada una de tus ocurrencias. A imaginar que siempre sabrás que tú eres mi Fermina Daza y yo, tu Florentino Ariza. A imaginar que nunca olvidarás y que lo tendrás en cuenta, si alguna vez llega el momento, que “no puede cansarse de esperar / aquel que no se cansa de mirarte.”


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