miércoles, 15 de febrero de 2012

EMPAQUETANDO RECUERDOS

 “Conservar algo que me ayude a recordarte, sería admitir que te puedo olvidar.”
William Shakespeare

He terminado de guardar en una caja todos los recuerdos que me quedan de ti, los que me dejaste: el roce de tu piel; tus sonrisas; tus miradas, siempre tan cálidas; el aroma de tu perfume; el sonido de tu risa; tu voz llamándome; alguna lágrima que se nos escapó; tu silueta en la penumbra; tu suavidad; alguna caricia; varios abrazos; el primer beso, el que fue distinto a todos, ese de la 1:27 a.m.; tu respiración en mi oído; algún jadeo…

He precintado la caja, he puesto una etiqueta con tu nombre, al que hasta hace un momento hubiera encadenado mi destino, y la he subido al trastero de mi cerebro. Allí permanecerá hasta que tenga que subir otra caja y tenga que deshacerme de la tuya. Ya sabes que la capacidad de mi cerebro es muy limitada.

Y cuando llegue ese día, cuando desaparezcas para siempre y el hueco que dejes sea cubierto, ese será el día, -tú también lo notarás-, en el que ya no habrá posibilidad de que vuelva a haber sitio para ti.

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