Estas lágrimas mías de hoy. Las despedidas sin posibilidad de reencuentro. Arrugarlo y estrujarlo con saña en cuanto acabe esta frase. El papel lo aguanta todo. Hasta el silencio.
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Ya sé por qué la nieve me recuerda tanto a ti. Es porque también hay poesía en cada copo. Y aunque se derritan inmediatamente, dejan una huella imborrable.
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No me duelen los recuerdos que hablan de nosotros. Lo que me atormenta es no tener más y saber que ya ha llegado el día de dejar de atesorarlos.
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