jueves, 15 de diciembre de 2011

TENÍA QUE PASAR…

Supongo que algún día, tarde o temprano, tenía que pasar y que tendría que estar preparado para ello. Supongo que lo estaba esperando, incluso que lo andaba buscando. Porque si no hubiera sido así, no le habría robado, durante estos últimos meses, tantas horas a mi sueño, a mis libros, a mis discos, sólo para estar hablando con ella, para conocernos y descubrirnos.

Supongo que esas cosas pasan sin avisar, que como ha venido se irá, que es como un pellizco, pero, ¡joder, qué pellizco! Creí que, tanto tiempo después, no iba a reconocer los síntomas. Pero, por fortuna, no ha sido así. Ahora falta saber si es de verdad. Si estos días que vamos a estar sin vernos voy a añorarla. Si la descubriré en cada uno de mis paisajes favoritos, aquéllos de los que haría postales, si voy a creer oír su risa en cada rincón, si confundiré cada sombra con la suya… Saber si deseo que haya más noches, como estas últimas, de mirarnos a los ojos en silencio, porque no nos han hecho falta las palabras.

Y ahora viene lo “peor”. Si lo vivimos a los ojos de todos, si dejamos de escondernos y así acallar los rumores y risitas. Ser consciente de que he perdido o no recuerdo los “mecanismos rutinarios” en situaciones como ésta. Dejar de cogerla de la mano para que no se escape, dejar de abrazarla como si fuera mi prisionera, dejar de besarla como si estuviera invadiéndola… Saber cuál es el momento adecuado, ni muy pronto, ni muy tarde, de decirle “te quiero”, si es que hay un momento para eso. O todos los momentos valen.

Sí. Tan enamorado como un quinceañero. Igual de inexperto en estos lances…

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