jueves, 25 de agosto de 2011

Anulada mi voluntad por efecto de la escopolamina,
vigilado por las cuencas vacías de los muñecos de porcelana,
testigo de la desaparición del único hijo que no explotó en mis manos
y la madre que ninguno de los dos conocimos,
corrí en busca de noticias suyas, escondido en los subterráneos
de los hospitales, preguntando a los cadáveres que guardan
los secretos de todas las heridas de puñales dorados.

Pero yo estaba hecho sólo de raíces,
hundido firmemente en la indiferencia y la incredulidad
viviendo eternamente en el aniversario de todos los naufragios,
mientras ellos llevaban coronas de luciérnagas y nenúfares
y a mí me alimentaba el pulgón que come las semillas de las amapolas
provocándome vómitos de luz de luna
que devoraban indigentes de amor en las esquinas de los países
que sólo existen en los sueños.

Y yo grité ¡Amor! ¡Amor! ¿Amor?
Pero yo había enseñado a mi hijo
a no mirar atrás
para que no viera cómo los tiburones del centro de las ciudades
expropian los escasos momentos de felicidad a los habitantes de los suburbios.

Y yo grité ¡Amor! ¡Amor! ¡AMOOOR!
pero siempre había dicho a mi hijo
que nunca volviera la cabeza
para evitarle el sufrimiento de ver cómo los borrachos
fornican con el pasado clavando esquirlas de metralla en los corazones.

**************


Yo buscaré a mi hijo antes de que un zarpazo del león
arranque mi corazón de cuajo
y asista a la esperanza en mi suicidio.

Yo buscaré a mi hijo en las noches plenas de peyote,
entre los vidrios esmerilados de las catedrales en ruinas,
en las tormentas de arena que se tragan mundos enteros,
entre los puestos de los mercaderes de los templos paganos.

Yo reconoceré a mi hijo en la cera derretida de las alas
de un ángel caído jactándose de mi desgracia,
en las hojas rojas de los librillos de papel,
en los restos de semen de los marineros recién llegados a puerto,
en los afeites de las prostitutas de carretera,
en las flores secas de los cementerios para los héroes

**************


Yo rescataré a mi hijo y no sabré ofrecerle un mundo
en el que también exista la luz,
no sólo esta oscuridad que nos abduce,
y no nos ataquen las libélulas de los cines de verano.

Yo rescataré a mi hijo de las garras de los topos,
del manantial donde amortajan a las sirenas,
del lugar de la sabana donde los elefantes pierden la memoria
sin haber oído cantar a las ballenas.

**************
Y en la hora la comunión,
cuando el sacerdote eleve la hostia al cielo
con sus manos manchadas con mi sangre,
mi hijo me abandonará y saldrá a buscar a su madre,
por los barrancos de las islas,
por los glaciares alpinos,
por las simas más profundas.

Pero un aire viciado por manzanas pútridas
le negará hasta treinta y dos veces su existencia,
prostituyendo el sagrado vínculo,
vejando sus recuerdos,
colmándole de pusilanimidad,
legándole todos los temores
que me inoculan los gusanos que devoran mi cuerpo.

Pero mi hijo será más fuerte que yo,
derrotará al hastío y al olvido,
levantará un mundo sobre sus hombros,
y reprochándome mi cobardía,
avergonzado de mi miedo a ser feliz,
me regalará un bonito entierro,
devolviéndome mi corazón.

Zaragoza, 22/24AGO11


No hay comentarios:

Publicar un comentario