sábado, 27 de agosto de 2011

AL AMANECER


Estaba tan muerto
que los tres amaneceres siguientes seguí sin comprender
por qué ocurren las cosas que no están escritas en ninguno de los libros del destino.

Estaba tan inexplicablemente muerto…

Estaba tan bien muerto
que no podía soportar el roce de los pétalos de mi entierro,
ni tus lágrimas al bañar mi frente
pero distinguí tu abrazo entre el millón que recibí esos días

Estaba tan dolorosamente muerto…

Estaba tan realmente muerto
que ya había olvidado lo que era el deseo
y estaba sordo a los alaridos de una luna sonrojada
golpeando los escaparates al recordar los momentos perfectos
en los que mi torrente se mezclaba con tu humedad.

Estaba tan atrozmente muerto…

Estaba tan verdaderamente muerto
que no reparé en los idiotas que creen que los besos
de las polillas son tan dulces como los de las mariposas
y amanecen ahogados en su vómito
después de  jalear a los barcos que han perdido el respeto a sus tripulaciones
haciéndoles poner proa hacia las tormentas que se desatan en los vasos de whisky.

Estaba tan aterradoramente muerto…

Estaba tan patéticamente muerto
que por fin supe que
hay océanos que se refocilan sodomizando a sus náufragos
antes de arrebatarles el último suspiro.

Estaba tan brutalmente muerto…

Estaba tan increíblemente muerto que parecía dormir en paz.

Zaragoza, 27AGO11

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