martes, 26 de julio de 2011

SI ALGUNA VEZ MI CORAZÓN ALBERGÓ SENTIMIENTOS…

Cegado por la ira, cometí pecado de soberbia y desafié a Dios, yo que tanto lo amaba. Yo sólo quería igualdad en el trato. A mí me puso el nombre más bello de todos Sus soldados y creí merecer ese honor. Yo no busqué derrocarlo, ni iniciar una revolución. Yo sólo les dije a mis conmilitones que merecía estar a Su nivel. Bien cierto es que Él fue el Arquitecto, pero yo fui el encargado de distribuir en el mundo todo lo que Él había pergeñado en Su cabeza. Yo coloqué los mares, los ríos, los desiertos, todas las criaturas que creó donde me dijo. Él me dio los planos y yo dejaba en cada uno mi marca de cantero, Su sello. Él creó todo en seis días y descansó al séptimo. Ese día lo dedicó a contemplar embobado Su última creación. Se sentía verdaderamente orgulloso de ella, y a mí dejó de prestarme atención y comenzó a tratarme con displicencia. Esa fue la primera vez que pensé que tenía que hacer algo para volver al hombre en Su contra. Pero Él adivinó mis planes y envió a todas las legiones de ángeles que hasta entonces yo había comandado a prenderme. Él fue el Juez. Él, verdugo y ofendido. Y dictó sentencia. Desde entonces vivo en este infierno helador en el que el mayor dolor es no recordar si alguna vez mi corazón albergó sentimientos.

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